María Esteve: “Cuando te crías en una casa donde te enseñan a ser librepensador, vuelas muy alto”

Nacida en Mar del Plata, Argentina, e hija de dos iconos como Pepa Flores y Antonio Gades, su vida ha estado marcada por el arte. Creció entre giras, escenarios y coreografías, pero siempre con una idea clara: construir su propio camino, sin depender de apellidos.

Ya en el colegio, junto a su mejor amiga, la actriz Manuela Velasco, imaginaba planes para emanciparse siendo apenas una niña. “Inventábamos cosas para independizarnos”, recuerda entre risas. Esa necesidad de volar alto no era casual: creció en una casa donde se fomentaba el libre pensamiento, donde preguntar y cuestionar era parte del día a día. “Cuando te crías en una casa donde te enseñan a ser librepensador, vuelas muy alto”, afirma. Esa filosofía marcó su carácter y su forma de entender la vida y el arte.

El salto al cine lo dio con Nada en la nevera, película que le valió una nominación al Goya como actriz revelación y que marcó un antes y un después en su carrera. A partir de ahí, llegaron títulos como Más que amor, frenesí y, sobre todo, El otro lado de la cama, la comedia musical que se convirtió en la película más taquillera del cine español del año 2002. “Ese guion fue un regalo”, recuerda.

Pero María no se quedó solo en la interpretación. La danza, que siempre fue su primera pasión, volvió a ocupar un lugar central en su vida tras la muerte de su padre. Con apenas 30 años asumió la presidencia de la Fundación Antonio Gades, una responsabilidad que convirtió en misión: preservar y difundir el legado de uno de los grandes nombres de la danza española. “No queríamos que su obra acabara en un cajón. Es patrimonio de todos”, afirma con convicción.

Desde la Fundación, María ha trabajado para mantener vivas coreografías icónicas como Bodas de sangre, Carmen o Fuenteovejuna, llevando el ballet de Gades a escenarios de todo el mundo. Para ella, esta labor no es solo gestión cultural, sino una forma de transmitir memoria y valores: “La cultura te da la posibilidad de pensar, de contrastar, de entender. Es nuestra identidad”. Además, para ella, la danza y la música son mucho más que disciplinas artísticas: son lenguajes universales. “La gente, cuando no sabe cómo expresarse, canta; y cuando ya no tiene recursos con su voz, se expresa bailando”.

Tras años dedicada a esta tarea, María ha vuelto a ponerse delante de las cámaras con la nueva entrega de Todos los lados de la cama, dirigida por Samantha López Speranza. El reencuentro con sus compañeros veinte años después ha sido, en sus palabras, “otro regalo de la vida”. Entre risas y coreografías, la actriz celebra la fortuna de seguir viviendo experiencias extraordinarias: “A nuestra edad, mientras otros salen de la oficina, nosotros seguimos bailando encima de una cama”.