El alegato de Ángeles Caballero sobre la maternidad, que arroja luz sobre una verdad incómoda: "Es el gran tabú"

Madrid

En el último programa de La cena de los idiotés de Aimar Bretos han planteado sus dilemas los actores Miki Esparbé, Brays Efe y Julia de Castro y la periodista Ángeles Caballero. En la hipotética situación que plantea De Castro, una pareja lleva unos cinco o seis años de relación y ella quiere tener hijos, sea con él o de forma individual; él, sin embargo, intenta dejar pasar el tema.

Llega un momento en el que ella se planta y le dice a él que "va a cumplir su sueño" de ser madre. Él termina accediendo a que sea de ambos, pero ella le dice que antes tienen que solucionar un problema personal de él (podría ser, por ejemplo, una adicción), así que le recomienda ir a terapia. Al tiempo, la pareja se rompe, pero un año después, ella le contacta y le dice que quiere su semen, porque quiere un donante conocido y fiable, y no le haría responsable de nada nada del futuro hijo que tenga.

La periodista Ángeles Caballero no daría su visto bueno a la donación. "No le donaría mi semen, porque no confío en mi racionalidad de pensar que voy a donar y que eso no me convierte en padre", explica la periodista. "No confiaría en la certeza de esa persona que va a ser madre y que dice que no me preocupe, que no me voy a implicar", argumenta también Caballero, quien continúa explicando que "hay etapas en la maternidad que son complicadas".

Por esto, afirma que no se fiaría de ella misma si fuera la madre que asegura que no le reclamaría nada a ese donante de confianza: "Si me ha donado alguien que ha sido mi pareja, sé que llamaría a la puerta", asegura.

"Jamás lo verbalizarán"

Caballero, además, abre otro debate: "Yo creo que uno de los grandes tabúes y melones es la cantidad de padres y madres que están arrepentidos de haber tenido hijos, pero que jamás lo verbalizarán", apunta. "Es muy difícil decir '¿Por qué he hecho esto? Estoy arrepentida profundamente'", comparte la periodista. Aimar Bretos opina que ve normal que nunca se haga ese reconocimiento por el daño que puede ocasionar en los hijos. "Yo puedo entender que te lo tragues y te lo quedes para siempre", afirma Bretos.

La periodista comparte una historia real relacionada con el tema, en la que un compañero suyo de trabajo adoptó a un hijo y, cuando este cumplió la mayoría de edad, como "era un niño súper problemático, se desvinculó de él". "Siempre pienso en qué consecuencias ha tenido eso para los padres y para ese niño", admite Caballero.