Qué fue de... Osvaldo, el trotamundos del gol que recargó su artillería en Barcelona para ganarse uno de los dorsales más codiciados del fútbol

Pablo Daniel Osvaldo (Lanús, Argentina, 1986) fue un prometedor delantero canchero que, tras una adaptación dubitativa al fútbol europeo, encontró en Barcelona el salvavidas que necesitaba. Después de dejar grandes detalles, pero sin continuidad, en el fútbol italiano, relanzó su carrera en un Espanyol donde se convirtió en ídolo de masas. En consecuencia, fue dando pasos de gigante para su currículum que le llevaron a recibir la llamada de la Azzurri gracias a sus orígenes.

Ya en la élite de Italia encontró acomodo decidido a dar forma a una carrera que hiciese olvidar sus humildes orígenes en Argentina. Sus primeros goles en su tierra natal habían demostrado que podía dar el nivel en Europa y el Atalanta le abrió las puertas de la Serie B. Aquí comenzó a foguearse en el nuevo ritmo europeo, aunque la estabilidad brilló por su ausencia a lo largo de toda su trayectoria profesional. Cedido en el Lecce demostró con números que sería capaz de codearse con los mayores artilleros de la máxima categoría, ganándose el interés de los grandes clubes del país.

Llegó incluso a debutar en la Champions League de la mano de la Fiorentina, aunque su incidencia fue puramente anecdótica en la fase de grupos y ese mismo invierno terminó aceptando la propuesta de un Bolonia que le prometía ser protagonista. Y sí empezó siéndolo nada más llegar en el enero de 2009, aunque su encaje en el club distó enormemente de lo esperado. Dicha temporada no fue capaz de marcar ni un solo tanto en Bolonia y, tras un año de decepciones, el Espanyol se cruzó en su camino para relanzar su carrera.

El Espanyol catapultó su carrera

De nuevo volvía a cambiar de aires Osvaldo en el mercado invernal de 2010, aunque esta vez sí lo hizo para ser diferencial en Barcelona. La suya fue la cesión que los pericos necesitaban para salir de apuros con holgura y, tras marcar siete goles en un tramo final de temporada estelar, se ganó el interés para volver al Espanyol ya como jugador en propiedad en verano.

La siguiente campaña, de hecho, fue la de su confirmación. Osvaldo se convirtió en el artillero de confianza de Mauricio Pochettino durante una temporada completa en la que dejó actuaciones para el recuerdo de la afición espanyolista. Sus 13 goles en 24 encuentros sobresalieron en una Liga en la que el Espanyol volvió a ilusionarse como hacía años con la posibilidad de clasificarse para competiciones europeas. El equipo lo rozó finiquitando el curso con una meritoria octava posición, y Osvaldo multiplicó su valor mostrándose como un gran atractivo nuevamente en Italia.

Un histórico como la AS Roma tentó al delantero con una oferta que también resultó irrechazable para el Espanyol. Fue entonces su momento de auge futbolístico, cuando recibió por primera vez la llamada de la Azzurri y portó a su espalda tanto el '9' como el '10' de toda una tetracampeona del mundo. Osvaldo tocó la cima heredando los dorsales que antaño defendieron hombres como Baggio, Vieri o Totti.

Tocó la cima joven, pero se sumió en una espiral de vaivenes que agotaron muy pronto sus ganas de jugar al fútbol. Se alejó de los terrenos de juego con sólo 30 años, aunque habiendo defendido un buen número de escudos de renombre en el fútbol. Southhampton, Juventus, Oporto, Inter de Milán y Boca Juniors engrosaron su currículum en este tiempo, habiendo incluso celebrado dos títulos en La Bombonera unos meses antes de colgar las botas.

¿Qué hace ahora?

No ha tenido un final de carrera sencillo Daniel Osvaldo, quien también ha sido protagonista repetidas veces en la prensa rosa argentina desde que colgó las botas. Uno de sus amoríos públicos nació, de hecho, de su última gran exposición televisiva. Y es que el exfutbolista fue uno de los famosos que participaron en la edición italiana del programa Bailando con las Estrellas en 2019, donde acabó forjando una relación sentimental con una bailarina.

Pero el fútbol no habría desaparecido aún por completo de su vida. Más de cuatro años llevaba el italoargentino sin participar en ningún partido de competición cuando el anuncio de su fichaje por Banfield pilló a todos los aficionados argentinos a contrapié. Osvaldo se convirtió en un fichaje de lo más mediático en 2020 justo antes de que la pandemia mundial de COVID-19 hiciese mella, principal motivo por el que su regreso fue puramente anecdótico. Después de participar en dos partidos en los que apenas sumó una hora de juego, el ariete volvió al retiro durante el confinamiento. Eso sí, con dicha imagen pudo cumplir uno de los grandes sueños de su padre.

Entre tanto, Osvaldo fue puliendo la nueva imagen como artista con la que es conocido en la actualidad. Y es que, ahora con el sobrenombre de Dani Stone, el antiguo cazagoles del fútbol mundial se ha convertido en vocalista de una banda. Fue en 2017 cuando lanzó su primer álbum, 'Liberación', como referente de Barrio Viejo, con quien volvió a firmar una segunda publicación en 2020 que se llamó 'Un país con buena gente'. Todavía en la actualidad, su particular ritmo de blues sigue abriéndose paso en recintos de Argentina y también de España, como demuestran sus redes sociales.

El camino en esta carrera deportiva, eso sí, ha venido muy marcado por los escándalos que, aparte de sacar a relucir diversas grietas de su vida privada, han dejado al descubierto una peligrosa espiral de adicciones de la que ha luchado por salir: "Llevo un tiempo luchando contra la depresión, lo que me ha llevado a algunas adicciones, al alcohol y a las drogas. Siento que la vida se me va de las manos", se sinceraba el propio exfutbolista con sus seguidores de Instagram el año pasado, donde hacía extensivo que había iniciado un "tratamiento psiquiátrico" para sacarle de esta caída a los infiernos.

Pero con música y fútbol, como ha vuelto a dejarse ver en encuentros senior muy alejados del profesionalismo, Osvaldo parece dejar atrás el periodo más oscuro de su vida. La misma sonrisa que él brindó a la parroquia espanyolista años atrás vuelve a lucir de nuevo en su rostro.