Antón Losada: "La polarización no es la causa, es el síntoma de una sociedad que no acepta cómo funciona la democracia"

Madrid

España atraviesa un momento de fuerte división política y social. La distancia entre ideologías, que en otros tiempos servía como base del debate democrático, se ha transformado en un enfrentamiento emocional que dificulta el diálogo.

Los expertos advierten que la polarización no solo tiene consecuencias en las instituciones, sino también en la vida cotidiana: los simpatizantes de los partidos se comportan como hinchas, más atentos a quién habla que a lo que se dice. Este fenómeno convierte la ideología en una parte esencial de la identidad personal, y cualquier discrepancia se vive como una amenaza.

En este contexto, Antón Losada ha reflexionado en El Abierto de Hoy por Hoy sobre las raíces y los riesgos de este fenómeno. A su juicio, la polarización no debe entenderse como la causa de los males actuales, sino como un reflejo de problemas más profundos.

"Pensamos que los problemas sociales o políticos son como los muebles de Ikea, que solo nos falta una pieza para montarlos bien. Pero los problemas sociales y políticos no son muebles de Ikea", ha ironizado Losada. "La polarización no es la causa, es una consecuencia. Es el resultado de un proceso muy complejo que tiene que ver con cierta desafección hacia la democracia", ha advertido.

El analista ha defendido que la democracia, en realidad, "no ha fallado, sino que ha funcionado", aunque no del modo en que algunos esperaban. "Hay mucha gente que no quería que funcionase así", ha señalado. "¿Por qué está cabreado el americano blanco protestante del medio oeste? Porque las minorías a las que ha juzgado durante los últimos 200 años ahora defienden sus derechos. ¿Por qué están enfadados tantos hombres de 30 y 40 años? Porque el feminismo ha hecho que la mujer ya no sea el actor secundario".

Losada ha subrayado además que "buena parte de lo que llamamos polarización no viene de la política, sino de la sociedad". En su opinión, las redes sociales han amplificado este fenómeno: "Los grandes maestros de la polarización no son los actores políticos, sino quienes hacen de la antipolítica su identidad".

Finalmente, ha avisado del riesgo de convertir la polarización en un argumento para silenciar debates incómodos: "No se puede decir que de ciertos temas no se hable porque dividen. El conflicto genera progreso; lo importante es saber encauzarlo". También ha alertado de que la polarización "es un negocio mil millonario" para las redes y los medios, pero ha insistido en que "la política es, en parte, la gestión del conflicto, y ese conflicto no se puede negar ni ocultar".