Buffalo Springfield y el sonido de la contracultura californiana

Madrid

Entre enero de 1964 y diciembre de 1966 pasaron solo tres años, pero en la música sucedieron más cosas que en las tres décadas anteriores juntas. Muchas de ellas fueron impulsadas por los Beatles, una banda que se convirtió en el espejo y el faro de toda aquella generación, y también de las que vinieron después. Una de esas bandas fue Buffalo Springfield. “Nosotros pensábamos que nuestra competencia eran los Beatles, pensábamos que éramos tan buenos como ellos”, recordaba entre risas, años después, Richie Furay, guitarrista y vocalista del grupo.

Buffalo Springfield fue una de esas bandas que duraron poco, trabajaron mucho y dejaron una huella que el tiempo ha ido difuminando. En sus 19 meses de vida, el grupo grabó tres discos, dejó un himno eterno y mostró el talento de unos chavales que luego brillarían por caminos distintos durante décadas. Pero ese primer paso homónimo —un disco que no gustó a la propia banda— merece mucho la pena.

Publicado en 1966, un año clave en la historia de la música —con el Blonde on Blonde de Dylan, el debut de Frank Zappa, el Revolver de los Beatles, el Fresh Cream de la banda de Clapton o el Maiden Voyage de Herbie Hancock—, el debut de Buffalo Springfield entró en el rock por la puerta grande. Fue un disco poderoso que marcó los primeros pasos de una generación fabulosa de músicos: la mitad canadienses, la otra mitad estadounidenses, que formaron un quinteto arrollador asentado en California a mediados de la década. Una banda de viaje breve pero de legado intenso, cuyo debut vamos a recorrer esta semana en el programa, en compañía del periodista y escritor Fernando Navarro.

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