Sucedió Una NocheLo que el cine nos dejó
Cine y TV

Con él llegó el escándalo

Se cumple el centenario del nacimiento de Richard Burton, el actor galés 7 veces nominado a los Oscar. Una carrera marcada por sus grandes interpretaciones; su matrimonio con Elizabeth Taylor y su alcoholismo

Elizabeth Taylor y Richard Burton en una escena de ¿Quién teme a Virginia Wolf?

Richard Burton nació y se crio en un ambiente muy pobre. “Nací el 10 de noviembre en Pontrhydyfen, un pequeño pueblo del sur de Gales. Yo era el último de trece hermanos”, explicaba en una entrevista. Su verdadero nombre era Richard Jenkins y parecía destinado a convertirse en minero, como su padre y varios de sus hermanos, cuando en su camino se cruzó un profesor que le cambió la vida. “Era un profesor de la escuela que se llamaba Phillip Burton. Además de las clases escribía guiones para la BBC y a veces producía programas”, recordaba el actor. Este profesor no solo le animó a seguir estudiando, sino que alentó su vocación de actor haciéndole participar en obras escolares y llegado un momento le adoptó legalmente ya que su padre, viudo, no podía hacerse cargo de él. Richard Burton, en agradecimiento, adoptaría el apellido Burton como nombre artístico. En 1943, con 17 años, llegó su debut teatral. “Vi un anuncio en el periódico de Emil Williams, un conocido dramaturgo y actor. Buscaba a un joven que pudiera hablar galés y actuar. Yo hablaba galés, pero no estaba seguro de poder actuar. Pero me cogió e hice esa obra durante siete meses. Luego lo dejé y fui a Oxford, pero el gusanillo de la actuación ya me había picado. Era una droga muy poderosa”, afirmaba.

En Oxford solo estuvo unos meses ya que fue reclutado para combatir en la Segunda Guerra Mundial y al volver no regresó a la Universidad, sino que decidió dedicarse definitivamente a la carrera de actor, participando en varios montajes teatrales. Y enseguida llegó también el cine. “Estando de gira teatral Emil Williams me pidió que hiciera una prueba de pantalla para una película que iba a dirigir llamada Los últimos días de Dolwyn”, apuntaba el intérprete. Así, a comienzos de los años 50 nos encontramos a Richard Burton trabajando ya incesantemente en el teatro, la televisión y el cine británico cuando de pronto llega la llamada de Hollywood. Su primera película en Estados Unidos es Mi prima Raquel, junto a Olivia de Havilland, por la que es nominado al Oscar al mejor actor de reparto. Nominación que repetirá al año siguiente con su segundo film, La túnica sagrada, donde interpreta al centurión romano presente en la crucifixión de Cristo.

Tras estos dos primeros éxitos la Fox le firma un contrato y a lo largo de los años 50 el actor protagoniza en Hollywood películas épicas como Alejandro Magno; de aventuras como Imperio de titanes o bélicas como El día más largo. Sin embargo, su mejor trabajo en esta época lo ofrece en el cine británico con Mirando hacia atrás con ira de Tony Richardson. “Mi carrera con la Fox fue algo accidentada. Rodé algunas películas que quería hacer y las disfruté, pero hice otras muchas que no deseaba. No había forma de convencerles de que no era el adecuado para esos papeles o de que los guiones no eran buenos. Creo que no fue el periodo más interesante de mi vida desde el punto de vista artístico”, afirmaba.

En los escenarios, en cambio, le va mucho mejor. Burton compagina su trabajo en el cine americano con sus apariciones en el teatro británico, donde pronto es proclamado el “sucesor de Laurence Olivier” o “El mejor Hamlet de su generación”. Su especialidad son los personajes shakesperianos y el actor destaca especialmente por su profunda y bien modulada voz. Sin embargo, su carrera va a dar un vuelco en 1963 cuando es elegido para acompañar a Elizabeth Taylor en la superproducción Cleopatra.

La historia de amor entre Marco Antonio y Cleopatra que los actores representan ante la cámara enseguida se traslada a la vida real. Los dos están casados por lo que su romance levanta un escándalo internacional que incluye quejas en el senado norteamericano y el Vaticano. Finalmente, ambos se divorcian de sus respectivos cónyuges y se casan en 1964. En los años siguientes su amor, sus peleas, su lujosa vida o las carísimas joyas que Richard Burton le regala a Liz, les convierten en el centro de la atención mundial y en la pareja más fascinante de la época. Juntos también van a rodar once películas. “Creo que como resultado de mi matrimonio con Elizabeth me convertí en un actor mucho más famoso de lo que era antes debido a esa estúpida y estupenda publicidad, y también nos permitió elegir lo que quisiéramos hacer. Alguna vez elegimos mal, pero en su mayor parte elegimos bien”, reconocía Burton. Las mejores, Castillos en la arena y, sobre todo, Quién teme a Virginia Woolf.

Pero no solo están sus películas con Liz Taylor. La década de los 60 se convierte en la mejor época del cine de Richard Burton. Haciendo de sacerdote afligido por sus pasiones en La noche de la iguana. Como agente secreto al otro lado del muro de Berlín en El espía que surgió del frío. Al mando de un comando británico infiltrado en las líneas alemanas durante la guerra en El desafío de las águilas. Interpretando Thomas Becket, obispo y canciller de Enrique II en Becket. O dando vida él a otro rey inglés, Enrique VIII, en Ana de los mil días.

Richard Burton fue candidato al Oscar en siete ocasiones, pero nunca lo ganó. El actor atribuía a la influencia de Liz Taylor la mejora artística en su carrera cinematográfica. “Ella sabe mucho sobre actuar para el cine y me convenció de que no debo considerar el hacer películas solo como un medio de llenar el tiempo entre mis actuaciones en los escenarios. Y ciertamente me esfuerzo más que antes”, decía. Pero más allá del cine la relación entre la pareja era cada vez más tormentosa. En 1974 se divorciaron. Al año siguiente volvieron a casarse y ocho meses después se divorciaron nuevamente, esta vez de forma definitiva. “Supongo que vivir trece años con toda esa intensidad como nosotros, dos personas que se adoran, es algo así como mantener un punto de ebullición tan continuo que inevitablemente se desborda”, explicaba el actor.

Ya para entonces Richard Burton había entrado en su decadencia como actor. Rodó películas de poco interés como Barba Azul, Alarma: catástrofe o El hereje, secuela de El exorcista. En aquellos años el actor confesaba que solo hacía películas por interés económico. “Por el momento me va bien, gano bastante dinero con las películas. Pero no sé, todo el negocio cinematográfico me parece una tontería. En el escenario es distinto. Allí me siento seguro de lo que hago, pero en el cine no sé nunca lo que excita la imaginación del público”, reconocía.

De esta etapa quizá su mejor trabajo sea Equus, versión cinematográfica de la célebre obra de Peter Shaffer, que el propio Burton interpretó en los escenarios, y en la que daba vida a un psiquiatra que intentaba descifrar la mente perturbada de un joven. Richard Burton siempre había sido un gran bebedor. Pero en esa época su alcoholismo se volvió especialmente grave. “Por entonces iba ya por mi tercera botella al día y un amigo me dijo, ¿sabes el efecto que tiene eso? ¿Te harías un análisis de sangre sin que se sepa que es tuyo? Lo hice y los médicos dijeron: a esta persona, si sigue así, le quedan unas dos semanas de vida”, contaba.

El actor ingresó en una clínica de desintoxicación y consiguió dejar durante algún tiempo la bebida, pero inevitablemente volvería a recaer. En el cine su última película fue 1984, la adaptación de la famosa novela distópica de George Orwell. Su matrimonio con Sally Hay, su cuarta esposa, le había proporcionado algo de estabilidad, pero su salud se resentía cada vez más hasta culminar trágicamente el 5 de agosto de 1984. “Se quejó de dolor de cabeza, pero yo sabía que era algo más que eso. Le llevé al hospital y me dijo que volviera a casa para hacer varias llamadas ya que iba a hacer una nueva película y debía avisar de que no se encontraba bien. Y recuerdo que volviendo a casa en el coche pensé, he sido una buena esposa, pero no sé si sabré ser también una buena viuda”, recordaba la propia Sally Hay.

Su esposa estaba en lo cierto. Richard Burton falleció a consecuencia de una hemorragia cerebral. Tenía 58 años y fue enterrado en la ciudad suiza de Celigny donde había fijado su residencia en los últimos años. El actor dejaba para la historia del cine un par de docenas de buenas películas y una de las historias de amor más abrasivas y extravagantes que se recuerdan, la que vivió con Elizabeth Taylor.