COP30: qué tiene que pasar en la cumbre del clima de Brasil

El lugar elegido por el gobierno de Lula para la trigésima Cumbre del Clima no es casual. La ciudad brasileña de Belém está justo en la desembocadura del Amazonas, uno de los pulmones del mundo, un lugar hecho de muchos ecosistemas con algo en común: todos están tremendamente afectados por la crisis climática, las sequías, los fuegos y la deforestación.

De hecho, a la misma vez que escuchábamos a Antonio Guterres y a Lula decir que "hemos fallado" en la lucha contra el cambio climático, pero "todavía podemos recuperar el tiempo perdido", se conocía un trabajo científico que dejaba este titular: "Cientos de delfines muertos por los 41 grados de récord que han marcado varios lagos del Amazonas". El trabajo ha documentado la temperatura extrema de varias zonas acuáticas de la Amazonia durante la sequía histórica de 2023.

En ese contexto, mientras el cambio climático avanza, mientras los datos de la Organización meteorológica mundial o el sistema Copérnicus dejan claro que llevamos tres años superando el umbral de temperaturas que marcó el acuerdo de Paris, se reúnen junto al Amazonas jefes de Estado y de gobierno, empresas, científicos y activistas medioambientales de 190 países, entre ellos España.

Primer objetivo: Ya vamos tarde para frenar la subida de temperaturas

El histórico acuerdo de París, en la COP21, pedía a los países limitar las emisiones y tomar medidas "para evitar el aumento de la temperatura media del planeta un grado y medio por encima de los niveles preindustriales". Ya hemos perdido esa batalla de alguna manera: 2024 fue el año más cálido registrado en el mundo y el primer año natural en que la temperatura media mundial superó en 1,5 °C su nivel preindustrial, según datos del Copernicus. Aun así, los expertos y los activistas no dan la lucha por perdida. La mayoría de los países tampoco -aunque hay muchos grados de compromiso- y tratarán de buscar un nuevo acuerdo o uno que revitalice el de Paris para que los datos del 2024 no se conviertan en tendencia.

Segundo objetivo: dinero

Las partes (se le llama "conferencia de partes", no de países) tienen que presentar cada cinco años "sus contribuciones nacionales" para frenar el cambio climático y financiar fondos mundiales para paliar los efectos en los países en desarrollo. Este año toca, por tanto, contar a cada país qué medidas pretende adoptar para limitar el calentamiento del planeta a 1,5 °C. La organización brasileña ha pedido que "sean más ambiciosas que las actuales”.

La brecha de ambición

Ecologistas en Acción usa esta expresión para definir "la diferencia entre lo que científicamente se necesita para abordar la crisis climática y lo que efectivamente los países se comprometen a hacer (o hacen) hasta ahora".

Según su informe «Informe pre COP30», los compromisos actuales de los países (en materia de reducción de emisiones, adaptación, financiación, eliminación de combustibles fósiles, etc.) están muy por debajo de lo que la ciencia y los acuerdos internacionales dicen que es necesario para mantener el aumento de temperatura por debajo de 1,5 °C. El informe recuerda que, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, para 2030 se necesitan recortes del 42 % y para 2035 del 57 % respecto a 2019 para encaminarse hacia 1,5 °C.

Ecologistas en Acción advierte que, sin cerrar esa brecha, la acción climática “se queda corta” frente a la urgencia que marca la ciencia. Por ejemplo, critican que la Unión Europea haya fijado objetivos para 2040 que “llegan tarde y debilitan el liderazgo climático” porque no son coherentes con la vía 1,5 °C.

La ausencia de EEUU, la tibieza de Europa

El presidente de Estados Unidos ha roto con todo. Anunció nada más tomar posesión de su cargo, que abandonaba el Acuerdo de París. No hay mayor declaración de intenciones.

Mientras tanto, la posición de la UE es que "debemos salir de Belém con un camino claro por delante para mantener el objetivo de 1,5 °C al alcance", ha dicho la presidencia rotatoria del Consejo Europeo. Europa apuesta por triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial y duplicar la tasa media anual mundial de mejora de la eficiencia energética para 2030.

Qué tiene que pasar para podamos hablar de éxito

En primer lugar, los países deben presentar compromisos climáticos más ambiciosos y vinculantes, alineados con el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 °C. Estos compromisos no pueden quedarse en promesas a largo plazo: deben incluir planes de reducción para esta década, con calendarios verificables y mecanismos de transparencia que permitan evaluar el progreso en tiempo real. Y dinero.

Es imprescindible avanzar en la financiación climática. Los países desarrollados deben cumplir con los países en desarrollo: hablamos de fondos para paliar los daños que el cambio climático provoca en países que no son igual de responsables que los más desarrollados.

Las negociaciones deben impulsar acuerdos que aceleren la desaparición de los combustibles fósiles y que den prioridad a las energías limpias. Sin este paso, la transición será incompleta.

En definitiva, una COP exitosa, una "de verdad", como pidió Lula, es aquella que no solo acabe como una declaración de intenciones, sino que marque compromisos claros y financiados. Solo así se podrá responder a la urgencia del momento. El problema está aquí y lo vemos todos los días. Aunque Trump no quiera verlo.