El día que Ana Morgade tuvo "una revelación" y supo que el teatro era su sitio: "Es donde quiero pasar el resto de mi vida"

Madrid

La actriz y humorista española Ana Morgade visita los micrófonos de El Faro para charlar con Mara Torres acerca de su faceta personal, también sobre su avance en el mundo profesional, y de más temas que vayan surgiendo durante la entrevista.

Morgade siempre ha estado muy ligada al mundo de la actuación, desde pequeña ha tenido claro su futuro. Esta visión tan nítida de su trabajo soñado llega gracias a una revelación que tuvo mientras jugaba con una de sus amigas.

Invertir el dinero de la comunión

La humorista hizo la primera comunión cuando era una niña, y como marca la tradición, sus padres le dieron un pequeño regalo al acabar la ceremonia. Morgade recibió una cartilla bancaria en la que le habían ingresado 5.000 pesetas, lo que al cambio actual serían unos simples 30 euros. A partir de ese día, comenzó un viaje de mucho ahorro para la actriz.

Ella no movió mucho el dinero, Morgade asume que en esa época "no tenía ni idea" sobre dónde invertirlo, pero todo eso cambiaría una noche. Esa noche, la madrileña decidió ir a ver, como ya había hecho muchas veces, la obra El Casamineto , representada en el antiguo Teatro de Cámara de la capital española.

Un teatro vacío es suficiente para soñar

Morgade era una continua espectadora de ese teatro, ya que el dueño era el padre de una de sus amigas, por lo que podía asistir a las funciones que quería, e incluso usaba el escenario y el patio de butacas como salón de juegos.

En uno de esos momentos de correteos y juegos de niños, una vez acabada ya la función, Morgade y su amiga se dirigían a la zona de los camerinos. Su amiga no tardó en llegar, pero la actriz se detuvo en las tablas del escenario y no pudo evitar girarse para contemplar la inmensidad del recinto.

Situada en ese lugar privilegiado, sintiendo el silencio de las butacas vacías y el crujir de las tablas con cada pisada, Morgade tuvo una revelación vital. Al observar las motas de polvo, que saltaban del terciopelo que recubría cada fila de asientos y brillaban en el aire bajo la luz de los focos, la actriz pensó "aquí es donde yo me quiero pasar el resto de mi vida".