La extrema derecha inventó el feminismo

Madrid

Nos dicen que nos callemos, que esperemos, que vayamos con cuidado porque nuestras opiniones pueden dar alas a la extrema derecha. Sorprende la facilidad con la que algunos encuentran razonable que el feminismo pase a un segundo plano por no provocar a los ultras o para no darles elementos con los que justificar sus postulados racistas. Como si los necesitaran.

¿Por qué de repente tienen ellos esas credenciales en igualdad cuando vienen negando la violencia machista y diezmando los recursos para luchar contra ella allá donde gobiernan? ¿Por qué el debate público se ha convertido en ese estar a favor o en contra de los populistas xenófobos y se nos pide a las que venimos batallando por los derechos humanos que nos sacrifiquemos para no alimentar ese demonio como si el racismo no nos afectara también a nosotras?

Aunque en este caso es a las mujeres de origen musulmán a quienes se nos pide que aplacemos sine die nuestras demandas, no es algo nuevo en la historia del feminismo. Había que hacer la revolución socialista y luego ya vendría el momento de las mujeres, había que acabar guerras y después ya nos ocuparemos de vosotras. En fin, siempre hay una causa más importante que hay que anteponer a las nuestras. Mientras tanto, generaciones enteras de niñas y mujeres viven unas vidas que no son las suyas, sometidas a intereses ajenos, discriminadas siempre. Quienes pretenden asustarnos agitando ese espantajo no se dan cuenta de que la igualdad y la libertad de todas (¡todas!) es justamente lo contrario a... La extrema derecha.