Pagar por seguir contaminando: ¿Cómo funcionan los bonos de carbono?
Las organizaciones ecologistas consideran que son una "medida trampa" para evadir la reducción real de emisiones

Pagar por seguir contaminando: ¿Cómo funcionan los bonos de carbono?
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Madrid
"Una empresa debe calcular su huella de carbono y, en base a ella, hacer un plan de reducción de emisiones. Es un error el argumento de compensar tantas toneladas de CO2 con la compra de los bonos de carbono sin antes hacer todo lo posible para mejorar su eficiencia energética", comienza Jesús San Martín, responsable del área de Relaciones Institucionales de la Fundación para la Investigación del Clima.
Con la COP30 aún en marcha en Belém (Brasil) y el último informe Global Carbon Budget que advierte de un nuevo hito histórico de emisiones globales este año, 38.100 millones de toneladas (1,1% más que en 2024), ponemos el foco en un mercado de carbono que nació con el Protocolo de Kioto y cuya regulación se enmarca en el Artículo 6 del Acuerdo de París, suscrito en 2015.
Cabe destacar que hay dos tipos, según San Martín, los "regulados y los voluntarios": "Los primeros son de obligado cumplimiento y en estos las empresas adquieren derechos de emisión. En los segundos, pueden obtener los llamados bonos de carbono con los que compensan sus emisiones con la inversión en proyectos de energías renovables o de reforestación que se pueden realizar en otros territorios".
Precisamente en el mercado voluntario de carbono pone el foco el Artículo 6 del Acuerdo de París y cuyo desarrollo centró parte de las negociaciones de la COP del año pasado en Bakú: "El punto 6.2 fija la posibilidad de acuerdos bilaterales entre países para el intercambio de sus emisiones. Y el 6.4 quiere asentar un mercado voluntario de carbono a nivel internacional controlado por la ONU para armonizar criterios y que una tonelada de CO2 valga lo mismo en cualquier mercado".
Ambas cuestiones a las que se refiere San Martín aún están en proceso, dado que son multitud los mimbres para confeccionar una unificación de criterios y de estándares internacionales que existen a día de hoy y que son de muchos tipos: "Se está tratando de articular mecanismos de control y de seguimiento que sean homologables y equiparables entre todos los proyectos para que tengan el impacto de compensación deseado". Además, puntualiza que en Azerbayán se dio mucha importancia a que estas iniciativas respeten los derechos humanos y no se hagan en detrimento de comunidades nativas.
¿Qué son los bonos de carbono?
Tras la diferenciación entre mercados de carbono, los regulados y los voluntarios, cabe recordar que los bonos de carbono se enmarcan en los voluntarios. Consisten en un método para que países y empresas compensen sus emisiones de gases de efecto invernadero sufragando proyectos que reducen o capturan dichos gases.
No obstante, matiza San Martín, "se debe controlar y verificar que efectivamente se reduce la cantidad de emisiones que en un principio han planificado". Pone como ejemplo uno sobre reforestación con el que se pretende absorver una cantidad determinada de toneladas de CO2 que compense las que emite la empresa: "Hay que tener en cuenta que esas plantas tienen que crecer con el tiempo que conlleva. O ese nuevo bosque puede sufrir una plaga o un incendio". Recuerda que es muy importante luchar contra el cambio climático de una manera "unificada y controlada" para que las empresas no caigan en el llamado greenwasing, una estrategia de marketing para aparentar un compromiso climático que no cumple con la realidad.
"Para nosotros estos bonos son una solución trampa, la mayoría de proyectos no consiguen reducir emisiones o generan problemas para las comunidades indígenas que acaban expulsando", argumenta Pedro Zorrilla, resonsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace. La organización considera que dichas herramientas son una excusa para que las empresas y países no hagan un esfuerzo por reducir realmente el impacto de su huella de carbono. Según un estudio reciente de la revista Nature sobre 2.000 proyectos de mitigación, menos del 16% de los créditos de carbono se traducen en reducciones reales de emisiones.




