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¿Y para qué vale lo que se acuerda en las cumbres del clima?

Hemos revisado, uno a uno las acuerdos climáticos de las COPs desde 1972 hasta 2024, sus promesas, sus metas y lo que no se ha cumplido, ha quedado superado parcialmente o se ha desechado

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Madrid

Empezamos con unos sencillos datos. Son cálculos estimados sobre emisiones de CO2 que han generado industrias, transporte y actividades humanas en los últimos años.

  • 1972: 17 gigatoneladas.
  • 1992: 22,4 Gt
  • 2007: 31 Gt.
  • 2015: 35 Gt
  • 2024: 37,8 Gt
  • 2025 (Estimación de Global Carbon Project): 38,1

Quizás no somos conscientes de cuánto es una gigatonelada de CO2: Necesitaríamos cien mil millones de coches expulsando gases por sus tubos de escape durante una hora entera.

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Las emisiones de CO2 son las principales causantes del calentamiento global en el planeta. Y han estado siempre en el debate de todas las COPs. Por eso las hemos incluido al inicio de este texto que pretende ser una revisión critica de las cosas que se acordaron en las cumbres y no se han cumplido. La principal es esta. En todas las COPs se habló de reducir las emisiones. Y no se ha cumplido. Los datos son tozudos.

En todo caso, empezamos nuestro viaje en la Cumbre de Estocolmo (1972). Fue la “primera cumbre de la tierra”. Nada que reprochar en cuanto a incumplimientos. ¿O sí? Es verdad que el primer gran encuentro ambiental mundial provocó la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y que se pusiera por escrito el reconocimiento "del derecho humano a un medio ambiente sano". Pero también hay que apuntar que, como recuerdan los más veteranos en las COPs, "no se establecieron mecanismos obligatorios para que los países industrializados garantizasen ese medio ambiente sano".

Saltamos a la Conferencia de Nairobi (1982). Se habló de "promover la cooperación internacional en temas de contaminación y deforestación". Sirvió sobre todo, según las crónicas de la época, para evidenciar que lo que se había pedido en Estocolmo no se estaba cumpliendo.

Diez años después, en la Cumbre de Río de Janeiro (1992) se anunció la creación de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que ya hablaba de hacer descender las emisiones de Co2, un objetivo que es evidente que no hemos conseguido. Se puso en marcha la llamada Agenda 21, un plan para "el desarrollo sostenible global". Nunca se llegó a aplicar al 100%.

Cinco años después llegamos a un momento importante. Les sonará el Protocolo de Kioto. Fue en 1997. Aquello salió de una COP. Fue el primer acuerdo vinculante con metas claras de reducción de emisiones de CO2: hablaba de "reducir emisiones un 5% entre 2008 y 2012".

La realidad es que Estados Unidos nunca lo ratificó. Canadá y Japón, grandes impulsores, no cumplieron sus metas. Las emisiones globales siguieron aumentando. ¿Fue importante? sí, porque fijó un marco que, muchos años después, todavía permanece en el imaginario colectivo. Colocó el tema climático en la agenda política de una forma muy clara. Otra cosa fueron los resultados.

LA siguiente cumbre en la que nos fijamos es Johannesburgo (2002). Se habló de un "impulso a las energías renovables y al agua potable universal". Se empezó a discutir cómo había que hacer que el desarrollo económico fuera compatible con el ambiental. Otra COP con objetivos sin fechas, ni financiación clara, ni sanciones a los países incumplidores. Las emisiones de CO2 siguieron creciendo.

La Cumbre de Bali (COP13, 2007) trató de buscar "un plan de acción para un nuevo acuerdo post-Kioto". Hubo un plan, pero plan se quedó en eso. Se supone que los países más desarrollados tenían que ayudar con transferencias de tecnología a los más desfavorecidos. Algo que no ocurrió, más allá de esfuerzos aislados. Tampoco se movilizaron los fondos prometidos.

En la Cumbre de Copenhague (COP15, 2009) Ya se habló claramente de hacer descender las emisiones para "limitar el calentamiento global a 2 °C por encima del nivel preindustrial. Se anunció la creación de un "Fondo Verde para el Clima" dotado con 100 000 millones de dólares anuales. Se hizo el fondo pero gran parte del dinero que llegó fueron préstamos, no entregas de los países ni de las empresas.

Al año siguiente, en la Cumbre de Cancún (COP16, 2010) se volvió a hablar del fondo verde pero nunca alcanzó la cifra prometida.

En 2011 la COP viajó a Durban (COP17). Este año se sentaron las bases para un "tratado global" con objetivos claros de cara al 2020. Hay quien lo considera el nacimiento del acuerdo de París pero, mientras tanto, siguieron pasando los años con los países aumentando emisiones.

La Cumbre de Doha (COP18, 2012) trató de ser una segunda fase del Protocolo de Kioto cuyo periodo estaba a punto de terminar. Pocos países firmaron (solo la UE, Noruega y Australia).

En la Cumbre de Varsovia (COP19, 2013) se creó por primera vez un mecanismo de “pérdidas y daños”. ¿Les suena de la cumbre de Bakú del año pasado? Es mas o menos lo mismo: un mecanismo para financiar lo que cueste mitigar el impacto del cambio climático en los países más pobres. En aquel momento no se financió. De hecho, todavía hoy seguimos hablando de este mecanismo.

En 2015 llegamos al Acuerdo de París (COP21). Se supone que es un acuerdo que vincula a los países a reducir las emisiones para limitar el calentamiento global entre 1,5 y 2 °C respecto al nivel pre-industrial . Para ello los países tienen que presentar y cumplir sus "NDC", una especie de objetivos climáticos de reducción de emisiones. El problema es que esas NDC son voluntarias, no hay sanciones por el incumpliendo. La mayoría de países, a fecha de hoy, hacen lo que pueden y lo que quieren. Hay mecanismos de transparencia (“MRV”: medición, reporte y verificación) para que los países informen sus emisiones y progresos, aunque lo que sale de ahi no conlleva ninguna penalización.

En definitiva, el acuerdo de París fue un hito, sin duda. Pero lo "celebramos" con las emisiones en récord histórico en los años siguientes.

En la Cumbre de Katowice (COP24, 2018) se hizo un “Libro de reglas” para aplicar lo de París y se pidió más transparencia a los países. LA mayoría, denuncian las organizaciones ecologistas, ni siquiera reportan sus datos reales.

En la Cumbre de Madrid (COP25, 2019) se crearon unas "reglas para el mercado de carbono" y se pidió incrementar la ambición climática. Apenas se llegó a acuerdos.

La Cumbre de Glasgow (COP26, 2021) buscó "reducir los subsidios a las industrias basadas en los combustibles fósiles". No solo no han descendido, es que han seguido creciendo. Se firmó un acto para reducir las emisiones de metano 30% para 2030. Apenas unos cuantos países se unieron.

Luego llegó la Cumbre de Sharm el-Sheij (COP27, 2022). Es duro decirlo pero se volvió a ha hablar del límite del grado y medio mientras la temperatura global seguía creciendo. También se volvió a hablar del fondo de “pérdidas y daños”. De hecho, se aprobó, pero sin dinero ni estructura clara.

En la Cumbre de Dubái (COP28, 2023), en medio de las criticas por celebrar la cumbre en un estado petrolero, se habló irónicamente de ir hacia "el fin de los combustibles fósiles" y de triplicar las renovables para 2030. El texto final del acuerdo evitó el verbo "eliminar los combustibles fósiles". En esta cumbre se habló hasta de qué palabra había que usar. Finalmente se acordó “transicionar lejos de los combustibles fósiles” (“transitioning away”), lo que no es lo mismo que una “eliminación total” o “phase-out”. La realidad es que las inversiones en petróleo y gas han seguido creciendo mientras las renovables crecen a un ritmo muy por debajo del ritmo necesario.

Y por fin, llegamos a la Cumbre de Bakú (COP29, 2024) y a a la actual, la COP30 en Belem, Brasil. En medio de una emergencia climática, con las temperaturas ya superando claramente el grado y medio simbólico de Paris, el año pasado, los países desarrollados se comprometieron a aportar al menos trescientos mil millones de dólares anuales a los países en desarrollo hasta 2035.Se llegó a hablar de 1,3 billones de dólares anuales de diversas fuentes (públicas, privadas, bancos multilaterales, etc.) para ayudar a los países más vulnerables a adaptarse al cambio climático y reducir sus emisiones. Este año en Belem, todavía se está decidiendo como poner en marcha este fondo.

Javier Ruiz Martínez

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...

 

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