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Ryan Coogler: "Sinners' es como una canción de blues que defiende a nuestros antepasados"

El director estadounidense ha presentado en Madrid uno de los grandes éxitos de Hollywood este año, 'Sinners' ('Los pecadores'), una película sobre vampiros en medio del racismo de los años 30

Ryan Coogler, durante una presentación de 'Sinners' en Londres (Photo by Jeff Spicer/Getty Images for Warner Bros.) / Jeff Spicer

Ryan Coogler, durante una presentación de 'Sinners' en Londres  (Photo by Jeff Spicer/Getty Images for Warner Bros.)

Madrid

No está siendo este 2025 un buen año para el cine de Hollywood. Entre precuelas, secuelas y remakes, hay pocos títulos que saquen cabeza y la taquilla ha bajado con respecto a 2024. Para la próxima campaña de los Oscar, hay pocas favoritas y eso que ya estamos cerca de las nominaciones. Dos películas de Warner Bross que lideran las apuestas, junto al Hamnet de Chloé Zhao, de Universal. Son Una batalla tras otra, de Paul Thomas Anderson, y Sinners de Ryan Coogler. Dos películas completamente diferentes, pero que tienen en común la ambición y la ruptura con el cine que los grandes estudios están realizando.

En el caso de Sinners, estrenada como Pecadores aquí en España el pasado mes de abril, estamos ante uno de los grandes éxitos del año. Una película de estudio, con gran presupuesto pero con una propuesta autoral en el centro de un director como Ryan Coogler, que hasta en sus superhéroes, como Black Panther, ha sabido inyectar su propio estilo. "Ha sido muy gratificante ver cómo un público global ha reaccionado a esta película. Hay gente nos dice que la ha ido a ver tres, cuatro o cinco veces", nos dice el director que ha venido a Madrid. Está presentando la película por varios países en Europa, un lugar que, a pesar de estar muy alejado de ese Missisipi de los años 30, evoca cosas similares en muchas partes del mundo. La idea de recuperar la memoria de los antepasados, por ejemplo, o la idea de reflejar cómo el patriarcado o el racismo condicionaban la vida de muchos hombres y mujeres.

"Digamos que hemos viajado a 1932 para sentir el momento actual. Era algo importante para nosotros. Se trataba de recuperar el pasado y recuperar a la gente que vivió el pasado", insiste el director preocupado por el legado histórico, político y cultural de su comunidad. "Es muy probable que tus antepasados ya tuvieran sus deseos, tu pasión, tu carisma, pero vivían en una realidad diferente y tenían que enfrentarse a fuerzas sociales, como el patriarcado, como la religión, etc".

La película es cine de terror, pero no solo eso, ya que el director tenía en mente una ruptura de todos los géneros para crear algo nuevo y que funcionara para el gran público. "Creo que las mejores películas de terror siempre han reflejado la sociedad, han hecho una instantánea de ese momento". Transcurre en el delta del Misisipi en la época de la segregación racial bajo las “leyes Jim Crow”. Dos gemelos, ambos interpretados por Michael B Jordan, regresan a su ciudad sureña en los años 30, después de haber logrado una pequeña fortuna de manera poco ortodoxa en Chicago. Su intención es crear un club de blues para que su gente pueda disfrutar, cuando termina de recoger el algodón o cuidar las casas de los blancos o esquivar la brutalidad del Ku Klux Klan.

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"Si miras la cultura de aquella época, descubres que a la gente le encantaba pasar un buen rato. La vida era dura, así que vivían duro y se divertían mucho. Y también eran muy supersticiosos. Es como si estuviera intrínsecamente conectados con la música. El blues era considerado como la música del diablo y se caracterizaba por abarcar todo lo carnal, lo sexy, lo físico. Pero también eran muy profundos. Eran personas que iban de fiesta la noche el sábado, pero por la mañana iban a la Iglesia", reflexiona el director.

En realidad, la idea de Sinners es crear una canción de Delta blues de dos horas y media. El Delta Blues es una música hecha por artistas negros que viven bajo una forma de apartheid en Estados Unidos. "Es un arte que se convertirá en la contribución estadounidense más importante a la cultura popular mundial", matiza. La película es envolvente, sexy, política, terrorífica, entretenida, sensorial, divertida. Tiene muchas capas, reconoce Coogler. "Son los elementos del blues. Ese fue el punto de partida, pensar en la película como una canción de blues de dos horas. A través del lenguaje del cine conseguir eso que pasa con las canciones de blues, que cada vez que las tocas parece una canción nueva. A la gente le pasa con la película y creo que quizá es lo está detrás del éxito que ha tenido".

Una canción de blues o un “gumbo”, ese guiso típico de la costa del sur de Estados Unidos, que combina de manera exquisita varias influencias. Eso hace Sinners. El blues era en 1932 lo que el Hip Hop fue en los ochenta. Era vanguardista, era duro, era sexy. Nuestros antepasados ya estaban intentando afirmar su humanidad en un momento en que la sociedad ponía a prueba su propia humanidad cada día", insiste. De hecho, la película tiene mucho de musical, con una escena de baile en la que los personajes disfrutan antes de ser atacados y donde hay un mix de músicas, desde el blues originario hasta el rap actual. Una de las que pone música al filme es la actriz Hailee Steinfeld quien, como su personaje, tiene un origen racial que se aborda en la historia rodada en Nueva Orleans.

"Fue una producción complicada", nos reconoce. "Rodamos en 2024 en Nueva Orleans, Luisiana, Misisipí y tuvimos que recrear 1932. Todo el equipo somos de California y ha sido una gran aventura reunirnos e ir a Luisiana. Recrear esa época, el panorama musical y su naturaleza. Todo eso exigía un montón de cosas extra que gestionar, así que tuvimos la suerte de formar un gran equipo", explica sobre las dinámicas de trabajo con su productora, Proximity Media, que ha formado con su mujer, Zinzi Coogler. Ellos sacaron adelante un guion que entró en el mercado y que, finalmente, Warner produjo, pero del que es dueño el propio Ryan Coogler. "Estamos contentos de que Warner se acercara a nosotros en este proyecto tan ambicioso pensado para la gran pantalla". De hecho, rodó con las cámaras IMAX para dar toda la experiencia y detalles de una historia de vampiros, en medio de la esclavitud y el racismo y donde se defiende la cultura y la música por encima de todo.

Quizá ahí esté otra razón del éxito de Sinners, el vivir la película como una catarsis colectiva en los cines, con su buena dosis de sangre y de vampiros muertos, todos aquellos a los que el villano, el personaje de Jack O'Connell, ha ido infectando para acabar con los afroamericanos. Más allá de ser un vampiro que quiere morderte el huello, el villano representa aquí el racismo radical que existía en los años 30 en lugares como Misisipi. De hecho, hay un momento del filme, donde sus formas de captar a nuevos vampiros parecen las formas en las que los nuevos partidos de extrema derecha seducen a nuevos votantes en un mundo cada vez más racista, donde la música y la unión contra los malos, nos dice la película, es la única manera de salir adelante.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 

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