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'Wicked Parte II' celebra la amistad femenina frente al populismo: "Es una advertencia sobre el pasado y un espejo de nuestro presente"

El director Jon M. Chu presenta la segunda parte de la exitosa adaptación del musical que protagonizan Cynthia Erivo y Ariana Grande

Ariana Grande (Glinda), el director Jon M. Chu y Cynthia Erivo (Elphaba), en el set de 'Wicked' / © Universal Studios. All Rights Reserved. / Giles Keyte/Universal Pictures

Ariana Grande (Glinda), el director Jon M. Chu y Cynthia Erivo (Elphaba), en el set de 'Wicked' / © Universal Studios. All Rights Reserved.

Madrid

La adaptación al cine de un musical como ‘Wicked’ generaba algunas dudas. La primera, y más importante, era comprobar si un éxito tan anglosajón, aunque el espectáculo hubiera viajado a otros países, podía convertirse en un fenómeno global. El estreno de la primera parte confirmó que existía ese público transversal con una recaudación de más de 750 millones de dólares en todo el mundo, superando, por cierto, a ‘Mamma Mía!’, y con más de un millón de espectadores en España. La ambiciosa produccion de Universal no solo generó buenos números en cines, también logró calar en la cultura popular, registrar el mayor número de reproducciones para una banda sonora y alcanzar las 10 nominaciones en los Oscar, incluidas las de mejor película y las de interpretación para sus dos protagonistas, Cynthia Erivo y Ariana Grande. Ellas son, en gran parte, las responsables de esta repercusión al liderar una gigantesca campaña de promoción.

De la primera entrega sorprendió la frescura, el humor y la capacidad de un director como Jon M. Chu, autor de títulos como ‘Crazy Rich Asians’ y ‘In the heights’, de expandir ese universo de las brujas de Oz con una mirada revisionista y más adulta a la historia que todos conocemos, especialmente por la película de Víctor Fleming de 1939 y los famosos zapatos de rubíes de Dorothy. Sus puntos fuertes eran las canciones, como ‘Popular’ o ‘Defying Gravity’, el carisma de las actrices y, sobre todo, que funcionaba como la típica comedia universitaria americana. La chica guapa y no muy lista, la chica rara e inteligente, el apuesto jovencito que las seduce, y una competición por ser la mejor bruja. Jon M. Chu desmontaba, sin embargo, parte de esa fórmula con un relato que indagaba en el miedo al diferente, el populismo de esos gobernantes de la Ciudad Esmeralda y la amistad improbable entre las dos.

“La primera película es divertida. Son niñas y están creciendo. Las consecuencias de sus actos son personales. La segunda parte es mucho más interpersonal, es intercultural y tiene que ver con todo el mundo y en qué nos convertiremos como grupo humano. Hay más en juego, ya no son niñas y entienden que cada elección tiene consecuencias”, explica el director en conversación con la Cadena SER durante su visita a Madrid. Esta segunda parte es, en efecto, más dramática y trágica por lo que está en juego para los personajes, por sus renuncias y por su lucha contra los poderosos. “No creo que esta sea más oscura, yo la veo más profunda. Lo bonito de los musicales, que para mí es el mejor género de todo el cine, es que no hay una música que se superponga a la trama. El poder de los musicales es que puedes ir de adentro hacia afuera. Aunque en el cine puedes hacer un primer plano y también tienes diálogos, con la música puedes hacer surgir una emoción que no puedes lograr en ningún otro lugar”, defiende Jon M. Chu.

Esta segunda parte comienza tras un salto temporal y con las protagonistas separadas y divididas. De un lado Elphaba, la apodada Bruja Malvada del Oeste, que vive exiliada y en la clandestinidad tratando de revertir algunas de sus acciones y, sobre todo, buscando la manera de desenmascarar al Mago que interpreta Jeff Goldblum. La británica Cynthia Erivo vuelve a deslumbrar con su voz y su fuerza en pantalla frente a una Glinda, a la que encarna una solvente Ariana Grande en su versión de princesita ingenua, que se ha convertido en el símbolo de la ciudad bajo la tutela de la despiadada Madame Morrible de Michelle Yeoh. Una ciudad entregada a la manipulación, al fanatismo y a un poder autoritario que dirige a las masas. ‘Wicked’ es, por supuesto, un gran entretenimiento, pero también una obra profundamente política y relevante en nuestro tiempo.

“Todos los grandes musicales han hecho eso, desde 'Sonrisas y lágrimas' a 'West Side Story'. La música es realmente una base interesante para poner sobre la mesa temas de actualidad. Y lo mejor de una historia atemporal es que nunca desaparece porque trata sobre los ciclos humanos.’El mago de Oz' se escribió hace más de cien años, y 'Wicked' se escribió hace 20 o 30 años, y muchas de estas cosas ya estaban ahí. Es más bien una advertencia sobre nuestro pasado, sobre dónde hemos estado y hacia dónde nos dirigimos, es más que nunca un espejo”, responde Jon M. Chu sobre la dimensión social de esta historia en tiempos de posverdad, vigilancia y extremismos.

En todo ese arco de las protagonistas en busca de un bien común, la película va introduciendo elementos y algunas sorpresas. Está el príncipe Fiyero de Jonathan Bailey que tiene que decidir entre el amor y el deber, está la hermana de Elphaba corroída por el odio y la ira y está lo que todos esperaban, la conexión con la historia de ‘El mago de Oz’. Desde las baldosas amarillas en la primera secuencia a cómo surge El hombre de hojalata y la icónica Dorothy se cruza con estas brujas. El director, sin embargo, toma una decisión inteligente, no mostrar el rostro de la joven, solo la adivinamos por su vestuario, planos cortados y los famosos zapatos. “No quería mancillar la idea de quién es Dorothy. Tenemos tantas fuentes, el libro, las películas, no quería molestar a lo que piensa la gente sobre Dorothy. Además, en cuanto ves la cara de un nuevo personaje, quieres más información, si empiezas a contar más sobre Dorothy, nuestra historia se desvía mucho. Ha sido una cuestión práctica, pero también muy personal”, argumenta Jon M. Chu.

‘Wicked Parte II’, en EEUU ‘Wicked: For Good’, vuelve a ser una gran espectáculo visual en el que destaca el diseño de produccion, los increíbles números musicales que siempre hacen avanzar la trama y esa relación tan desigual de las protagonistas. Sin embargo, el cambio de tono, mucho más grave, afectado y tremendista, le hace perder ese carisma que desprendía la primera. El arco dramático de los personajes busca desesperadamente una épica mientras juega con los giros de guion y genera cierta confusión. Aún así, Jon M. Chu demuestra su habilidad para montar un gran musical, capaz de ser emocionante y adulto, moderno en su espíritu y, a la vez, muy clásico en sus formas. Y quizás lo más importante, ‘Wicked’ coloca en el centro del relato a dos mujeres, a dos amigas que lidian con sus contradicciones y van encontrando un camino de reparación. Dos mujeres tan distintas que aprenden a quererse y reconocerse. “En el cine está 'Thelma y Louise', también pienso en 'Magnolias de acero', existen algunas historias sobre la amistad femenina, solo que nunca se han hecho a esta escala. Nunca llegan al nivel de un superhéroe. Los personajes masculinos siempre toman el mito de alguna manera. Y por eso es tan importante tener a alguien como Ariana Grande y Cynthia Erivo, porque ellas lo sienten así... Queremos crear mitología, una idea atemporal que, con suerte, se mantenga y fomente más historias así”, concluye Jon M. Chu sobre la importancia de celebrar a lo grande a dos mujeres que se resisten a que el mundo las enfrente.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 

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