Alejandro Sanz: "Perdí la ilusión porque a mi alrededor no se hablaba de música, sino de números"

Madrid

Alejandro Sanz (Madrid, 1968) es historia de España y del mundo entero. Su música es el pilar de muchas amistades, de muchas relaciones y, a su vez, es la mejor amiga de quienes sufren las consecuencias del desamor y del dolor. El artista recibe a la Cadena SER con una sonrisa y empieza la entrevista incluso antes de encenderse el piloto rojo. "Si me duermo, avísame o chístame, hazme algo", bromea. Prácticamente, acaba de aterrizar en Madrid después de recoger dos Latin Grammy en Las Vegas (EEUU), imponiéndose a artistas como Bad Bunny.

Con millones de discos vendidos, cientos de premios a sus espaldas y todo ganado y conseguido en la vida, se para y rompe la continuidad del día a día y de la cotidianidad con su nuevo disco, ¿Y ahora qué? Una pregunta de lo más natural, pero que no todos los humanos se hacen en una sociedad conformista y de pura supervivencia, con la necesidad de aspirar a más completamente anegada. Y en ese pequeño sentimiento de plantearse qué hacer a partir de un punto, Alejandro encuentra su inspiración para volver a componer y meterse en el estudio tras varios años con la ilusión por la música completamente rota.

"Estuve muchos años con una obsesión compulsiva con la música, donde todo giraba sobre la música y mi vida estaba en un segundo plano, me entregué demasiado", afirma. Alejandro dejó hace dos años su antigua discográfica, Universal Music, y fichó por Sony Music Entertainment para iniciar su nueva etapa profesional.

¿Qué tiene de especial la gente que rompe con la continuidad del día a día y se pregunta: '¿Y ahora qué?'

Cuando te haces esta pregunta te testas a ti mismo, es como un parteguas. He hecho esto, pero, ¿cómo puedo mejorarlo? ¿Dónde quiero ir? Es siempre la intención y las ganas de poder superarte.

Me gusta fijarme en las pequeñas frases de las letras, las que no llaman la atención, porque creo que es donde está el verdadero mensaje. En Bésame, el tema que tienes con Shakira, dices: 'El amor no es pasajero cuando vamos al volante'. ¿Qué es para ti el amor con el volante cogido?

El amor cuando tiene un compromiso, ir al volante, es tener intención de que funcione y de ir los dos codo con codo, no con pasajero detrás.

Pero, sin embargo, en este disco hablas mucho de desamor...

El yin y el yang es el amor y el desamor, va a ser siempre así. A la hora de componer siempre se necesita un poco de sal y pimienta. Si no, no se equilibra la cosa, no se puede disfrutar algo si no se sufre un poco.

En tu discurso en los Latin Grammy dijiste que este álbum te ha hecho recuperar la ilusión en la música. ¿Cómo un artista que lo tiene todo ha perdido la ilusión y, sobre todo, cómo la ha recuperado?

Estuve muchos años con una obsesión compulsiva con la música donde todo giraba sobre la música y mi vida estaba en un segundo plano, me entregué demasiado. Luego, empecé a ver que a mi alrededor no se hablaba de música, sino de números y cosas que no tienen que ver con la música. Eso me hizo perder la ilusión, había mucho interés por la parte económica y del business y muy poco por la música, me quitó las ganas de meterme al estudio. ¿Para qué?

No encontraba la ilusión y, sin ella, este trabajo no es posible. He podido reestructurar mi vida, mi equipo y la gente con la que trabajo. Veo a la gente ilusionada y empujándome a trabajar, a meterme al estudio... He recuperado la ilusión, los pasajes oscuros quedaron atrás.

¿Cómo ves la evolución de la música? Hace años en los Latin Grammy había otros nombres completamente diferentes a los de ahora

Siempre ha habido de todo, unos estilos y otros, y todos tienen cabida. Los Latin Grammy son sorprendentes porque no siempre van a ir a los que más venden, sino que es un premio que da la academia, votado por productores y gente de la música. Por eso tienen el valor que tienen. No todos los premios son iguales. Pasa con los Ondas (organizados por la Cadena SER), hay un jurado que tiene una credibilidad.

Cuando el artista entra en la soledad de su casa, ¿quién es Alejandro?

No me pregunto qué soy, llega un punto en el que digo: 'Voy a ver si me sorprendo' (risas). Procuro estar ocupado, ahora en esta etapa me gusta tener un rato solo todos los días, mis 10 minutitos de meditar y de que me dé el sol en la cara, pero procuro estar haciendo cosas. Soy lo que he ido acumulando este tiempo, las cosas que he hecho y las que he dejado de hacer.

Después de tanto tiempo, después de llegar a tanta gente, ¿te sigue dando vértigo sacar nuevo disco?

No. Me he dado cuenta de que cuanto más te preocupas de que algo tenga éxito, peor te va. Tienes que estar satisfecho con lo que has hecho y ser honesto. Cuando lo he hecho así, me ha ido bien. Cuando me han puesto nervioso con la salida de un disco, ha ido mal. Hay muchas cosas que influyen en que un disco guste más o menos: cómo se presenta a la gente, el momento en

el que estemos, las noticias que salen alrededor, que casi no nos asusta nada...

La última canción del disco se llama Qué injusto. ¿Qué injusticias le preocupan más a Alejandro Sanz?

Me preocupan las guerras, el hambre, los crímenes, la muerte de los niños, la corrupción... Antes era capaz de seleccionar y enfocarme en un problema y ayudar como podía. Ahora, me aturde la cantidad de cosas tan complicadas y tan injustas. Me preocupa el negacionismo del cambio climático, la tierra plana... No puedo con tantas cosas, se me hace bola (risas). Antes había cosas que ni se discutían, es como dar 50 pasos hacia atrás. Yo sigo haciendo mis pequeñas cosas con ONG y fundaciones para poder ser útil.