Concordia y autocrítica
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre el acto de conmemoración del 50 aniversario de restauración de la monarquía

El análisis de Xavier Vidal-Folch | Concordia y autocrítica
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Barcelona
Este Felipe VI ha estado estupendo hoy llamando a la concordia a todos los españoles. Su valor añadido es que hoy se computa el inicio del mandato del padre, sin el padre, porque el padre ha dejado de ser el padre, el padre de la concordia. Bastante mérito.
Hace cincuenta años se emprendió una operación muy sugestiva: la de reconciliar a vencedores y vencidos en la guerra civil; a rojos y azules, a postfascistas y republicanos. Funcionó. Con alta calificación: un notable, la prueba es que muchos otros copiaron la receta, como un vademécum sabio y transitable. No tiremos a la papelera ese logro, aunque a algunos les pueda parecer melifluo, ingenuo e irrepetible. La causa de la pacificación y de la paz civil siempre tiene algo de utópico.
Un país que se respeta a sí mismo rinde honor a sus fundamentos, y a quienes los colocaron sobre tierra firme: los padres de la Constitución. Bienvenida la solemnidad del Toisón de oro a Miquel Roca y a Miguel Herrero por su labor de hace cincuenta años. Toda la gente de este país tenemos algo que agradecerles, aunque sea sin toisones, sino con sobrios aplausos.
Pero como en todo, es lógico proponer algún pero. Para que esto sea creíble a los ojos de quienes no lo vivieron, y que en cambio experimentan otros sinsabores del presente, necesitamos señalar en qué falló la transición, adónde no llegó, en qué se quedó corta. Qué es lo que tiene que completarse. Para saltar más alto. La complacencia en solitario no conduce a la felicidad.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




