Jeffrey Epstein desquicia a Trump desde la tumba
El presidente de EEUU ha insultado a periodistas, ha gritado a colaboradores y ha pedido la pena de muerte para rivales políticos en la semana que el Congreso ha aprobado desclasificar 'los papeles de Epstein'

Jeffrey Epstein desquicia a Trump desde la tumba
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No ha sido una buena semana para Donald Trump. El presidente de Estados Unidos se ha tenido que tragar el sapo de que el Congreso haya aprobado, con un solo voto en contra en ambas cámaras, la ley que desclasifica 'los papeles de Epstein'. Trump no ha tenido más remedio que firmarla ante la contundencia del pronunciamiento del Congreso. El Departamento de Justicia dispone ahora de 30 días de plazo para hacer públicos los documentos. Aunque hay una trampa. Hace justo una semana, Trump ordenó abrir una investigación sobre los demócratas cuyos nombres aparecen en esos papeles y el Departamento de Justicia no puede desclasificar documentos que estén siendo objeto de pesquisas, así que habrá que ver qué se hace público finalmente y qué no.
Este asunto de 'los papeles de Epstein' está sacando de sus casillas al presidente de Estados Unidos. Jeffrey Epstein se suicidó en 2019 tras tejer durante años una red de tráfico sexual de menores en la que, presuntamente, participaron políticos, ricos y famosos. El propio Trump fue amigo íntimo de Epstein durante 15 años. No en vano, según The Wall Street Journal, su nombre aparece 1.600 veces en los papeles aunque por ahora no hay ni un indicio de que participara en ninguna actividad delictiva. Trump asegura que rompió con el pederasta hace 20 años. "Yo le eché de mi club hace muchos años porque era un enfermo pervertido", aseguró esta semana. Esto lo dijo justo antes de responder con un desdén absoluto a una periodista de ABC News que le preguntó que por qué esperaba al Congreso para desclasificar los papeles de Epstein, si podía hacerlo él directamente. "No es la pregunta lo que me molesta, es tu actitud. Creo que eres una persona horrible y una periodista horrible", le replicó.
Al día siguiente, el presidente cruzó una línea roja más al insultar directamente a otra periodista, a otra mujer, de Bloomberg en este caso. El incidente ocurrió a bordo del avión presidencial, el Air Force One. La periodista le quería preguntar sobre los papeles de Epstein y, ante su insistencia, el presidente le espetó: "Cállate, cerdita".
El nivel de tensión de Trump ha sido tal esta semana que los periodistas que acuden al Despacho Oval notaron que estaba medio afónico y le preguntaron si se encontraba bien. "Estoy fenomenal, es sólo que estaba gritando a gente porque estaban siendo estúpidos sobre algo que tiene que ver con comercio y un país y les he puesto firmes pero he perdido los estribos con esta gente", respondió entre las risas de los presentes.
La pérdida de papeles de Trump ha alcanzado su cénit este viernes cuando, en un mensaje escrito en su red Truth Social, ha acusado a un grupo de demócratas de tener un "comportamiento sedicioso que debería ser castigado con la pena de muerte". Se refería al vídeo que han publicado media docena de congresistas recordando al Ejército que pueden y deben negarse a ejecutar órdenes ilegales.
Este nivel de violencia verbal, de falta de educación y respeto en la esfera pública está arrastrando el prestigio institucional de la presidencia de Estados Unidos. Aunque ahora no lo parezca, antes de Trump las cosas eran de otra manera entre republicanos y demócratas, por mucho que discreparan. Hace 19 años sucedió algo que, visto lo visto, sería impensable en el clima político estadounidense actual. En enero de 2007, la demócrata Nancy Pelosi se convirtió en la primera mujer en presidir la Cámara de Representantes. El entonces presidente de EEUU, el republicano George Bush, inició su discurso sobre el Estado de la Unión con esta frase: "Esta noche soy yo el que tiene el honor y el privilegio de ser el primer presidente en empezar su discurso con estas palabras: señora presidenta". Todo el Congreso se puso en pie a aplaudir el gesto de un presidente republicano reconociendo el hito de que una mujer, del partido demócrata, presidiera la Cámara por primera vez.
En 2008, en plena campaña de las elecciones presidenciales que acabarían otorgándole la presidencia al demócrata Barack Obama, una votante le dijo en un acto al candidato republicano, John McCain: "No me fío de Obama, he leído que es árabe -mientras McCain negaba con la cabeza- ¿No lo es?". El republicano le retiró amablemente el micrófono y salió en defensa de su rival demócrata: "No señora, no señora, es un hombre de familia decente, un ciudadano con el que discrepo en asuntos fundamentales que es de lo que va esta campaña, pero no lo es".
A veces, mirar atrás da un poco de perspectiva que ayuda a ver las cosas con más claridad. Hace casi 12 años, en enero de 2014, Bill Clinton, presidente demócrata entre 1992 y 2000, elogió a los Bush, presidentes republicanos, que le precedieron y sucedieron en la Casa Blanca. Fue en una gala de la fundación de George Bush padre. Clinton dijo que había acabado "queriendo mucho" a su predecesor en el cargo y añadió que con el tiempo "me di cuenta una vez más de cuánta energía desperdiciamos peleando entre nosotros por cosas que no importan".

Miguel Á. Muñoz Encinas
He trabajado en todos los programas informativos de la SER (Hoy por Hoy, Hora 25, Hora 14, boletines...




