Guillermo del Toro y su obsesión con el acento de Sergi López: así lo solucionó

Cuando Guillermo del Toro imaginó al capitán Vidal, el villano de El laberinto del fauno, sabía que debía ser un personaje que encarnara la brutalidad y el autoritarismo del franquismo. Un hombre frío, obsesionado con el legado familiar y dispuesto a todo para perpetuarlo. Para darle vida, eligió a Sergi López, un actor catalán conocido por su simpatía y por papeles en comedias. La elección sorprendió a muchos, pero Del Toro tenía claro que López podía transformarse en "un cabrón de cojones", según ha contado en varias entrevistas.

Sin embargo, había un detalle que inquietaba al director: el acento. El capitán Vidal debía sonar como un militar castellano, sin rastro de catalán. Para conseguirlo, Del Toro puso en marcha un plan meticuloso: tres meses de trabajo con un profesor de acento y una instrucción muy clara para el actor: bajar una octava el tono de su voz. “Normalmente Sergi habla mucho más alto”, explicaba el cineasta. Cada vez que terminaba una toma, miraba al sonidista y preguntaba: ¿salió el fuet? Si detectaban el "fuet", repetían la escena.

El empeño del director no se limitó a la voz. El peinado, el uniforme y hasta el sonido del cuero en los guantes fueron parte de la construcción de un villano que debía imponer respeto desde la primera aparición. "Cuando Sergi se pone ese uniforme, ya estás contando el personaje", relató Del Toro. La cámara también ayudó: planos arquitectónicos, botas marchando y el crujido del guante al tomar la mano de Ofelia son detalles que refuerzan la sensación de poder y amenaza.

Gracias a esa obsesión, el capitán Vidal se convirtió en uno de los antagonistas más memorables del cine reciente: un hombre cruel, autoritario y aterrador, cuya voz no deja lugar a dudas sobre quién manda. Como dijo el propio Sergi López, interpretar a Vidal fue "como hacer el lobo feroz en el cuento de Caperucita", un regalo para cualquier actor.

El laberinto del fauno es, en palabras de Del Toro, "una fábula que surge del choque entre el mundo mágico que explora la niña Ofelia y la realidad brutal que representa el capitán Vidal". Y en esa realidad, hasta el más mínimo detalle —incluido el acento— era crucial para que el monstruo más temible no fuera fantástico, sino humano.