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La noticia falsa que salvó al Museo del Prado de una destrucción más que segura

El artículo generó gran revuelo pero provocó que las autoridades salvasen el edificio de un drama mayor

La noticia falsa que salvó al Museo del Prado de una destrucción más que segura

En Sastre y Maldonado no todo son risas, también hay espacio para la cultura. Miguel Maldonado ha traído una efeméride que hubiera generado un gran revuelo a día de hoy. El protagonista no es otro que el periodista Mariano de Cavia, uno de los más importantes del siglo XIX y especializado en la crítica taurina. Era un personaje muy particular que vivía en un hotel y eso que disponía de un domicilio que utilizaba tan solo para albergar su extensa bibllioteca.

Durante sus años residiendo en Madrid, saltó a la fama por sus crónicas en El Liberal, El Imparcial y El Sol. Uno de sus artículos más controvertidos fue en el que narró el falso incendio en el Museo del Prado el 25 de noviembre de 1891. "Era mentira y, de hecho, él lo decía al final de su columna. Era solo para señalar las malas condicones de seguridad, salubridad y de todo", explica Maldonado.

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Aunque ahora la galería se auno de los edificios más emblemáticos de la capital, albergando alguna de las piezas de arte más importantes del patrimonio español y recibiendo millones de visitantes cada año, en 1891 no tenía la misma suerte. De ahí que el periodista decidiese utilizar su altavoz para denunciarlo, después de que la pinacoteca sufriese dos pequeños incendios por los que no hubo que lamentar grandes pérdidas.

La falsa noticia caló entre la sociedad que criticó duramente a las autoridades por el abandono de edificio y pocos días después, el ministro de Fomento, Manuel Linares Rivas, acudió a las instalaciones y comprobó, para su sorpresa, el estado deficiente y desatendido en el que se encontraban. "Se sorprendió al descubrir, por ejemplo, un almacén de leña en el sótano. Ordenó también el desalojo de las familias que vivían en las buhardillas. Se ve que había gente viviendo en el Prado", cuenta Maldonado.

El ministro promovió el reacondicionamiento de las estancias, evitando un drama mayor que podría haber acabado con una de las insignias de Madrid. "Me imagino a ese a ese ministro que ve esta pieza y dice: "Pues tampoco era para tanto". Y va al museo y se encuentra ahí leña y gente haciendo cocido. Simplemente no me imagino que diría", espeta el murciano.