Tapar agujeros
La lotería es un buen negocio para la hacienda pública, sobre todo desde que hay que tributar por los premios superiores a los cuarenta mil euros

Ignacio Martínez de Pisón: "No soy futurólogo, pero sé que el día de la lotería alguien saldrá diciendo que el dinero del premio lo destinará a tapar agujeros"
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Madrid
Ya está, ya hemos empezado todos a comprar lotería de Navidad. Eso sí que es el pistoletazo de salida de las fechas navideñas, y no el encendido de las luces de las calles de Vigo. Aprovechamos los viajes para comprar décimos, porque siempre creemos que la suerte caerá en otro lado. Hacemos lo mismo con los cuñados, la oficina, los excompañeros de trabajo, el bar de la esquina. Si ellos juegan a un número, nosotros también. Los imaginamos celebrando el gordo de Navidad y no soportamos la idea de no formar parte de esa alegría. ¡Cómo fastidia la felicidad si no nos corresponde una pequeña porción!
La lotería es un buen negocio para la hacienda pública, sobre todo desde que hay que tributar por los premios superiores a los cuarenta mil euros. Eso, sumado al 30 por ciento que el Estado se reserva del total de décimos vendidos, supone varios cientos de millones de euros solo en Navidad. Si yo fuera Pedro Sánchez, que dicen que engaña a los españoles, manipularía el bombo para que el gordo recayera en un número que no se hubiera vendido. Más dinero para el gobierno, que hay que pagar las pensiones. ¿No dicen que Hacienda somos todos?
Total, ya sabemos que luego no nos va a tocar: ni nuestro décimo ni el de los cuñados ni el que compramos en el viaje del puente de la Constitución.
Faltan tres semanas para el sorteo y por tanto para que toda España esté pendiente de los niños del colegio de San Ildefonso. No soy futurólogo pero ya sé que ese día alguien saldrá en la tele diciendo que el premio ha tocado en un barrio de gente humilde, gente trabajadora, y declarará que el dinero del premio lo destinará a tapar agujeros. Y a su alrededor, como si lo viera, habrá una veintena de personas con la camiseta de "El gordo ha caído aquí" descorchando botellas de sidra. Y habrá quien se alegre por ellos, porque la alegría es contagiosa.




