"Todos tenemos una librería de cabecera": dos generaciones de libreras defienden el valor de las independientes en España
Dos libreras madrileñas explican cómo resisten estos espacios culturales sin ayudas y con una fuerte vocación

"Todos tenemos una librería de cabecera": dos generaciones de libreras defienden el valor de las independientes en España
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Madrid
En España hay cerca de 2.750 librerías independientes y, como recuerdan desde el sector, "todos tenemos una librería de cabecera". Lola Larumbe, librera de la histórica Librería Alberti, y María Pérez Cano, que acaba de abrir Verbena junto a tres amigos, coinciden en La Ventana en que estos espacios siguen siendo esenciales para la vida cultural.
María Pérez Cano explica que lo que más le atrae del oficio es "la curiosidad, las ganas de aprender y las ideas", y sostiene que es un sector en el que "tienes que estar continuamente reinventándote". Señala que hacía tiempo que deseaban volver al mundo del libro: siempre nos hemos dedicado a la cultura y queríamos vincularnos de nuevo a las librerías, que cuando las dejas las echas muchísimo de menos, comenta. El proceso no fue sencillo: reconoce que abrir Verbena ha sido "un camino largo buscando alquiler y haciendo números", pero insiste en que lo tenían "clarísimo". Añade que no se ofrece ninguna ayuda por abrir librerías: "Nos lo preguntó nuestro casero, pero no, vamos con lo que tenemos: mucho número".
Medio siglo de Alberti
Lola Larumbe recuerda que estas semanas se ha conmemorado la muerte de Franco, en noviembre de 1975, "el mismo mes y año en el que la Librería Alberti abrió sus puertas". Explica que el fundador, Enrique Lagunero, sufrió desde el primer momento la presión de los grupos ultras: "Los primeros meses fueron durísimos. Abrieron en noviembre y antes de acabar el año ya habían sufrido seis atentados de Guerrilleros de Cristo Rey y Fuerza Nueva". El acoso, señala, se mantuvo otros dos años.
Larumbe cuenta que llegó a Alberti con 19 años, en diciembre de 1979. "Yo estudiaba Biología, pero tuve un pálpito y una intuición en una época de mucha cultura", afirma. A día de hoy, reconoce que aún reciben alguna pintada "por llamarse la librería Alberti", aunque siempre han contado con el beneplácito del propio autor: "Le preguntamos si le parecía bien con un papel; llamamos al timbre y nos dijo que sí".
La librera admite que ha cometido errores en su trayectoria: "Metí mucho la pata y tienes que ir afinando a base de equivocarte. Es muy arriesgado equivocarse en este oficio". Pese a ello, subraya que el librero vive rodeado de un patrimonio único: "Tienes en las paredes toda la sabiduría posible". Uno de sus recuerdos más recientes más emocionantes es la reapertura tras el confinamiento: "Cuando regresaron los libreros a la librería y pudieron empezar a trabajar, fue emocionante reencontrarse".
La cultura como celebración
Para María Pérez Cano, Verbena es "una declaración de intenciones", porque busca ofrecer cultura "desde la alegría". Explica que la acogida vecinal ha sido sorprendente: "Los vecinos del barrio nos aplaudían por abrir una librería; nos decían ‘quiero llorar’. Es una de las cosas más emocionantes después del peregrinaje que significa abrir una librería".
Cuenta que se ha criado en La Latina, pero que tenía "la espinita" de abrir en su propio barrio, donde asegura que "era necesario". Verbena es una librería generalista: "Tenemos de todo", afirma. Y en pocas semanas ya han empezado a organizar actividades culturales.
Ambas libreras coinciden en que abrir o sostener una librería hoy requiere convicción, esfuerzo y comunidad. Pero también, como demuestran sus testimonios, una profunda fe en que los libros siguen siendo un lugar al que volver.




