El secreto bélico detrás de los musicales más deslumbrantes de la historia
Cada pieza del ballet debía cumplir las órdenes a rajatabla para que la composición funcionara
El secreto bélico detrás de los musicales más deslumbrantes de la historia
En la historia del cine musical hay nombres que se escriben con mayúsculas, y uno de ellos es Busby Berkeley. Sus coreografías, filmadas desde ángulos imposibles y convertidas en auténticos caleidoscopios humanos, marcaron un antes y un después en Hollywood. Pero detrás de esas composiciones geométricas que deslumbraron al mundo había un origen inesperado: la disciplina militar.
Tal y como se recordó en el programa Sucedió una noche de la SER, Berkeley nunca fue bailarín ni estudió ballet. Lo poco que sabía sobre técnica lo aprendió observando a otros. Su verdadera escuela fue el ejército. Durante la Primera Guerra Mundial ejerció como teniente de infantería, y esa experiencia moldeó su forma de entender el espectáculo. En lugar de diseñar pasos, organizaba a sus bailarines como si fueran soldados en un desfile, imponiendo una disciplina férrea. Cada pieza del ballet debía cumplir las órdenes a rajatabla para que la composición funcionara.
Su especialidad eran los números corales, auténticas maniobras de masas que requerían decenas de bailarinas moviéndose al unísono para crear figuras geométricas. Berkeley filmaba desde arriba para que el público pudiera apreciar el efecto caleidoscópico, ayudado por espejos y escenografías colosales. Plumas, sombreros, brazos y piernas se convertían en armas de seducción en un espectáculo que parecía militar en su organización, pero sensual en su resultado.
Aquella concepción revolucionaria salvó al género musical en los años 30, cuando el público empezaba a darle la espalda. Berkeley entendió que la cámara debía moverse, que el cine podía ofrecer algo que el teatro no tenía: dinamismo, imaginación y grandiosidad. Así nacieron títulos míticos como Vampiresas de 1933 o Desfile de candilejas, donde la precisión marcial se transformaba en pura fantasía.
Woody Allen, ‘Zulú’ y Busby Berkeley