"La autopromoción nos está devorando": Elvira Lindo y agentes literarios alertan del exceso de vanidad en redes
La escritora critica en 'La Ventana' el clima de autoexaltación digital mientras la agencia Dos Passos pide "mesura" y advierte del riesgo de convertirse en "un meme de uno mismo"

Radio Lindo | El ego en redes sociales
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Madrid
La escritora Elvira Lindo sostiene en La Ventana que "cada vez nos contamos más una vida que no es cierta, centrada en el éxito y la falta de pudor". En una conversación sobre el papel de las redes sociales en el ecosistema literario, reconoce que ha visto "de todo" y recuerda que, aunque se dice que los grandes suelen ser más humildes, "la vanidad no la tiene todo el mundo". Aun así, insiste en que la cultura digital ha amplificado esa pulsión por mostrarse. "Las redes constituyen un espacio donde se intensifica el odio, son una especie de Vanity Fair", señala, y admite que se pregunta constantemente "hasta cuánto puedo contar o qué puedo hacer".
La autora evoca al Quijote para marcar un límite: "Las propias alabanzas envilecen". Y añade que entre estar orgulloso y alardear "hay una fina línea". Lindo compara la promoción literaria de antes con la de ahora: antes las editoriales difundían el éxito "si acaso el libro alcanzaba cifras estratosféricas", mientras que hoy "ha llegado la autopromoción", con autores que "se pasan el día en redes contando sus tropecientas ediciones, sus ventas… Está bien compartir, pero hay un exceso de autobombo".
Promoción dilatada y presión constante
Lindo observa que la dinámica afecta especialmente al ámbito literario frente al audiovisual. "Los actores y actrices se mueven mejor en ese terreno", dice, porque manejan tiempos cortos de promoción. En cambio, "en los libros se ha dilatado la promoción por años y la gente lo que hace es aumentar el éxito en redes". Critica incluso las puestas en escena: "Se toman las fotos para que parezca que las presentaciones están llenas. Todos sabemos lo que significa una tercera edición si las anteriores no han tenido muchos ejemplares". Le resulta incomprensible este afán de éxito "cuando el oficio es tan bonito".

"No hay que obsesionarse con generar contenido"
Palmira Márquez, fundadora y directora de la agencia literaria Dos Passos, coincide en la necesidad de moderación. Explica que en la agencia recomiendan estar en redes "porque ahora mismo hay que estar", aunque matiza que "si no estás, tampoco pasa nada". Recuerda que existen autores muy famosos que no tienen redes y otros con gran actividad digital sin apenas impacto en librerías. "Decimos que apliquen sentido común y mesura. Lo de hacer autobombo se puede volver en tu contra, no hay que obsesionarse con generar contenido todo el rato", afirma.
Márquez cuenta que una de sus autoras, Daniela Forero, resume la situación con ironía: hay escritores que parecen "vallas publicitarias constantes de ellos mismos", y eso "está a un paso de convertirte en un meme de ti mismo". La agente admite que ha tenido que "parar los pies" a algunos autores porque, aunque las redes pueden facilitar el contacto con los lectores, "hay que cuidar mucho el contenido y que sea coherente con quien tú eres; es importante que cuando te veas en tus redes te puedas reconocer".
Éxito, frustración y adicción
La agencia Dos Passos no selecciona a sus autores en función del número de seguidores, y Márquez insiste en que "no pasa nada si no gustas a todo el mundo". En su opinión, una sociedad que solo valora el éxito "está abocada al fracaso y a la frustración constante". Elvira Lindo recuerda que la vanidad siempre ha existido "como en esas firmas de libros que se convertían en una guerra de colas", pero pide abandonar el discurso del éxito fácil en un sector donde vender libros "es muy difícil".
La escritora también alerta de que la búsqueda permanente de aprobación desgasta a los propios autores. "Estoy segura de que cuando están constantemente colgando cosas se vuelven más ansiosos; nos convertimos en adictos del éxito", señala. Recuerda un episodio de sus inicios en redes: quiso publicar varias cosas seguidas y un compañero le aconsejó: "Espérate. El éxito debe dosificarse también".




