James Cameron regresa con 'Avatar': "Es una película sobre cómo romper el círculo de la violencia y el odio, algo que estamos viendo en el mundo hoy"

París

Avatar cambió, de alguna manera, el cine en 2009. Su título se convirtió en una palabra de uso frecuente, el disfraz de Na'vi una tendencia y marcó el imaginario colectivo, algo que pocas películas consiguen. James Cameron es un experto en revolucionar el cine, gracias a películas como Terminator o a Titanic, pero con Avatar fue un paso más. Además logró 2.92 mil millones y ganó tres premios Oscar. Más de 13 años tardó en estrenar la prometida segunda entrega, y ahora, en 2025, en plena era del streaming y el algoritmo, regresa con una tercera, Avatar: Fuego y Ceniza, mucho más oscura y adulta que las anteriores.

"Dicen que es una película sobre el duelo. Sí, es una película sobre el duelo. Es una película sobre la pérdida. Es una película sobre el trauma. Es una película sobre cómo sanar y seguir adelante, cómo tomar las riendas y seguir adelante, y cómo romper el ciclo de violencia creado por el odio que surge de esa pérdida. Y estamos viendo eso en el mundo hoy", decía en la rueda de prensa en París, donde ha tenido lugar la premiere europea de la película. "No me habéis preguntado quién es el villano, está claro, ¿no?", bromeaba ante los periodistas.

La película, que solo en su concepción, ya es toda una defensa del cine y de las salas, en contra de los algoritmos y las plataformas, aporta varias capas, el plano visual, en el que sigue siendo un innovador, con la captura de movimiento de los actores, los efectos especiales y la recreación del fondo del mar, animales marinos, etc.

También en el plano del entretenimiento y en el plano íntimo. "Al escribir la historia pensamos que hay algo universal en ella, algo sobre la experiencia humana, la familia, la identidad, el deber hacia nuestra familia, nuestra comunidad, el preguntarnos a dónde pertenecemos y cómo respetar ese lugar. Son los problemas fundamentales que la gente sufre en todo el mundo. Esta familia son refugiados, son inmigrantes y con eso mucha gente puede identificarse hoy en día", añadía el director.

James Cameron es, desde hace tiempo un inventor, como de alguna manera lo fueron los pioneros del cine en el siglo XIX, y los espectadores, con sus gafas de 3D puestas, sienten que pueden llevarse un mamporro en plena proyección. Como aquellos primeros espectadores del cinematógrafo temieron ser arrollados por el tren. Sin embargo, dice que respeta y cuida el trabajo de sus actores y actrices, que han acompañado al director en la rueda de prensa.

"Han sido más de ocho meses trabajando día y noche con los actores, ha sido un proceso muy disfrutable. El conflicto está entre los personajes, pero no entre los actores que los interpretan, hemos tenido una relación muy gratificante, hemos formado una familia", la Familia Avatar, decía Cameron que trasmite energía a raudales.

En esta entrega hay una escena donde un personaje está sobre una tabla en medio del mar, tras un naufragio provocado por una batalla, una imagen que a los fans recuerda, inevitablemente, a esa escena final de Titanic con Kate Winslet y Leonardo DiCaprio. "Tengo cinco buenas ideas en mi vida y las voy reciclando", se reía Cameron.

Sam Worthington y Zoe Saldaña continúan lejos de su hogar, como ya estaban en la segunda entrega, acogidos por la comunidad de Kate Winslet, pero llenos de amenazas. Aquí el mal está por todos lados, fuera de Pandora, con Estados Unidos colonizando todo, pero también dentro, con una nueva tribu que ha descubierto las armas y que no tiene piedad. Esa tribu la lidera Oona Chaplin, el gran fichaje de esta entrega, actriz a la que hemos visto en Juego de Tronos, también en el cine independiente español, como Tierra firme, de Carlos Marqués Marcet, y que es la nieta de un genio del cine, Charles Chaplin.

También cobra mucho protagonismo Sigourney Weaver. Recordamos que fue la doctora Grace Augustine en la primera entrega, personaje que murió, pero Cameron quiso darle a la actriz otra oportunidad y ahora interpreta a una Na'vi adolescente, un personaje clave, una heroína que no usa la fuerza, ni la violencia; sino que tiene el superpoder de conectar con la madre naturaleza.

"Ha sido uno de los grandes regalos de trabajar de nuevo con James Cameron", decía la actriz que trabajó con él en Alien 2. "Tengo que decir que convertirme en una adolescente otra vez, ha sido un reto, pero estoy muy agradecida porque me he encontrado con mi yo adolescente. Jim, no lo hemos pasado bien, porque en Alien no lo pasamos también".

Esos siguen siendo los temas que subyacen de una saga que explica el gran reto de Estados Unidos hoy y todo el planeta, cómo tratar y cómo curar el desastre medioambiental que hemos perpetrado, y cómo evitar el colonialismo en un mundo donde sigue habiendo guerras, expolio y refugiados. Avatar es también una historia sobre cómo lidiar con hijos adolescentes, cómo defender a la familia.

"No esperas este tipo de profundidades en un blockbuster, esa es la fuerza de esta película. Dar el tiempo a la historia, al personaje al viaje emocional. Nos ha dado tiempo para hacer muchas escenas que requerían una emoción más profunda. Esta película no funcionaría sin la emoción y la complejidad de los personajes", respondía el actor Sam Worthington.

Pero sobre todo, Avatar es entretenimiento, un espectáculo en sí mismo que viene a ser el antídoto contra la crisis de las salas de cine en este paisaje dominado por el algoritmo y el streaming. El blockbuster no ha muerto, insiste el director. "No quiero que un ordenador haga lo que me enorgullece poder hacer con los actores. No quiero sustituir a los actores, me encanta trabajar con ellos", expresaba el cineasta estos días en Estados Unidos sobre los problemas que puede plantear el uso de la Inteligencia Artificial a la hora de rodar películas.