300 cabezas de ganado para pagar a los extras: la insólita solución en plena censura del apartheid

Madrid

En ocasiones, por órdenes del guion, una película necesita rodar en países extranjeros, y como es obvio, hay que respetar las leyes que gobiernen sobre ese territorio, aunque a veces estas normativas tengan una naturaleza totalmente discriminatoria. Este es el caso de la película Zulú, dirigida por el estadounidense Cy Endfield, que trasladó su set de rodaje a Sudáfrica, que viví todavía bajo los ideales del apartheid.

Dentro de este filme trabajaron como extras en escena numerosas personas negras que vivían en localidades cercanas al lugar de grabación. Las autoridades sudafricanas se mantuvieron durante toda la grabación en servicio de vigilancia, supervisando que todas las leyes racistas del país fueran respetadas.

En búsqueda de alternativas

Los actores, cineastas y equipo de la película no estaban exentos de cumplir con la ley, es por eso que los policías secretos sudafricanos les recordaban de forma constante que no podían tener ningún tipo de contacto ni relación con las personas negras que trabajaban como extras en el filme.

El racismo del apartheid vigente en el país africano tuvo consecuencias también en el ámbito económico. El gobierno no permitió a la productora de Zulú pagar sueldos dignos a todos los extras que participaban en el largometraje. "No nos permitieron pagar salarios justos a los extras, ni tampoco por el alquiler de sus tierras", explica una de las actrices del filme.

El director, Cy Endfield, no quiso aceptar estas normativas racistas, así que buscó la forma de recompensar a los vecinos de la zona por su aparición en pantalla y por la cesión de sus tierras para el rodaje.

Al no poder ofrecerles dinero directamente debido a la constante supervisión de los policías, el estadounidense decidió ceder a todas estas localidades y a sus habitantes las 300 cabezas de ganado que se habían utilizado durante la grabación de la película