'El balneario', la primera novela de Carmen Martín Gaite
Una obra divertida y emocionante que ganó el Premio Café Gijón en 1954

'El balneario', la primera novela de Carmen Martín Gaite
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Carmen Martín Gaite nació en Salamanca en 1925 y murió en Madrid, en el año 2000. En 1950 conoció a Ignacio Aldecoa, que le introdujo en el círculo literario que acabaría conociéndose como Generación de la Posguerra. Es la autora de las novelas 'Ritmo lento', 'Retahílas', 'El cuarto de atrás', 'Nubosidad variable', o 'Caperucita en Manhattan', 'Entre visillos' y 'Lo raro es vivir' y 'Fragmentos de interior' y de ensayos como 'El proceso de Macanaz' o 'Usos amorosos del XVIII en España'. Fue la primera mujer en obtener, en 1978, el Premio Nacional de Literatura. Fue premiada también con el Príncipe de Asturias en 1988, o el Premio Nacional de las Letras en 1994.
La primera edición de 'El balneario', que había ganado el Premio Café Gijón en 1954, aparece en 1955 e incluye tres cuentos de Carmen Martín Gaite. En sucesivas ediciones se han ido añadiendo más relatos. 'El balneario' es una novela corta muy sorprendente, con dos partes muy definidas y que contiene ya muchos de los temas de la autora. Es inquietante, divertida, emocionante y triste.
'El balneario' fue la primera obra de la autora. Tras una historia relativamente simple y aparentemente banal, encontramos una estructura más compleja que pretende simbolizar el verdadero tema de la novela: la relación entre lo consciente, la mente despierta, y lo inconsciente, el ámbito de los sueños. Escribe Coradino Vega en Letras Libres, que desde su primer libro Carmen Martín Gaite dejó claros dos rasgos fundamentales de su literatura: una atmósfera misteriosa lindante con lo fantástico y un código realista que, fluctuando entre el intimismo y su exterior, rinde cuenta de las relaciones que suceden en el mundo. Además, está muy presente la preocupación por la incomunicación que es uno de los temas distintivos de la autora.
Como señala Luis Alberto de Cuenca, los sueños forman la materia de 'El balneario', y la inscriben en una especie de no tiempo kafkiano que, sin dejar de ser muestra inequívoca de la literatura de un momento histórico concreto –los primeros años 50 del siglo XX–, pertenece a todos aquellos lectores que se han sentido a sus anchas recorriendo los interminables corredores de la casa de baños en busca de Carlos, esperando que vuelva alguna vez del reino de las pesadillas donde habita y de donde no es fácil regresar al mundo real. 'El balneario' es, pues, una historia onírica que bien podríamos situar dentro de las fronteras de lo insólito. En palabras de la propia autora, el sueño “supone un vehículo para cuestionar lo que en esa época era tenido por inalterable y para desvelar las decepciones de una vida convencional”.
La segunda parte de 'El balneario' pasa a una tercera persona y nos cuenta la historia de Matilde, una pobre solterona sumida en el tedio monótono de unas vacaciones repetidas, una de esas mujeres de Martín Gaite que anhelan que pase algo asomadas a la ventana, aunque lo único que ocurre es que sus amigas las esperan para la partida diaria de julepe. En 'El balneario' hay una doble denuncia soterrada: en la primera parte, del poder del hombre dentro de la pareja, y en la segunda, del previsible y aburrido universo femenino, con sus costumbres y maneras de hablar, en la España de los años cincuenta. Frente a los acontecimientos soñados lo narrado en esta segunda parte probablemente solo dura unos minutos, pero el tiempo narrativo se hace lento, apenas ocurre nada, lo cual permite al lector sumergirse en la vida monótona y vacía de la protagonista.




