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El creador de las criaturas fantásticas más fascinantes del cine

Hoy cumple 75 años Rick Baker, ganador de 7 Oscar en la categoría de maquillaje. Uno de los mejores de la historia del cine.

Transformar a un hombre en mujer, que un blanco parezca negro o un joven anciano. Los artífices de este milagro son los maquilladores de cine, auténticos magos capaces no solo de transformar el cuerpo humano sino de hacer realidad seres de fantasía. A lo largo de la historia del cine ha habido algunos maquilladores míticos como Jack Pierce, creador del aspecto del monstruo de Frankenstein, y otros como Dick Smith o Stan Winston. Rick Baker es, sin duda, uno de ellos. “Todo el concepto de crear vida es muy parecido a lo que yo hago. No es que cree vida real, no me dedico a coser cadáveres ni nada de eso. Pero lo que me encanta de este trabajo es que un día tienes una idea en la cabeza y sabes que dentro de unos meses vas a ver esa idea delante de ti con aspecto de estar viva. Y eso es casi casi como crear vida”.

Rick Baker fue el maquillador que hizo que Eddie Murphy pesara 180 kilos sin engordar un solo gramo en El profesor chiflado; que Tim Roth nos aterrorizara, convertido en mono, en El planeta de los simios de Tim Burton; que Martin Landau resultara clavadito a Bela Lugosi en Ed Wood o el hombre responsable de toda la galería de extraterrestres de la saga Men in black. “Yo me preguntaba: Madre mía, ¿De dónde sale eso? Algunas de las criaturas que ha creado son alucinantes. ¿Qué cena este tipo por las noches para soñar cosas así?”, decía sorprendido Will Smith.

Con siete Oscar en su haber y un total de once nominaciones, es el profesional más laureado de su especialidad. Con su trabajo Baker consiguió que la monstruosidad resultara todo un piropo. Desde pequeño siempre tuvo claro lo que quería ser en la vida. “Como toda mi generación crecí ante el televisor. Me atraía la ciencia-ficción, el terror, los monstruos y alienígenas, y pensaba ¿A qué sería un trabajo guay? Así que a los diez años tomé la decisión de dedicar mi vida a hacer monstruos para el cine”, explica.

Con apenas 18 años era ya asistente del antes mencionado Dick Smith, el legendario maquillador de El exorcista o Pequeño gran hombre. Su primera película fue Octaman en 1970, en la que tuvo diseñar un monstruo con aspecto de pulpo gigante. Insatisfecho por la falta de movilidad de su criatura Baker llegó a la conclusión de que debía adentrarse en nuevos campos. “Al principio pensaba que sería sólo maquillador, pero era muy limitado. Así que me metí en las máquinas y muñecos porque te dan muchas más posibilidades”, afirmaba. Fue así como empezó a especializarse en animatronics y maquinarias para muñecos que conseguían reproducir a la perfección los movimientos humanos, de animales o de seres fantásticos. También pronto se dio cuenta de que el maquillaje convencional se le quedaba pequeño. El desarrollo de estas técnicas tendría su culminación en una película que marcaría época: Un hombre lobo americano en Londres de John Landis.

El director quería unas transformaciones en hombre lobo que no se parecieran en nada a lo que se había visto hasta entonces. “Quería que fuese doloroso porque la figura humana es extraña. Quería que se alargase el cráneo, que los huesos se rompieran y hacer que fuera espantoso”, explicaba el realizador. Baker resolvió la metamorfosis con un complicado sistema de vejigas inflables. Construyó diferentes partes del cuerpo que iban cambiando de manera muy realista. “La transformación no llevó mucho tiempo rodarla. John decía: ¡Acción! y las partes del cuerpo transformable que habíamos creado se estiraban. Luego decía: ¡Corten!, bien, ya lo tenemos. ¿Ya lo tenemos?, contestaba yo. Me paso meses trabajando en esto ¿y te lleva diez segundos rodarlo?”, comentaba divertido Baker.

La película y el trabajo de Baker en particular resultaron un éxito y sus efectos de maquillaje impresionaron tanto que ese año la Academia de Hollywood decidió instaurar un Oscar en esa categoría, premio que hasta la fecha no se entregaba. La primera estatuilla, por supuesto, se la llevó Rick Baker. “Rick Baker creó el término Efectos especiales de maquillaje porque nunca se habían hecho esta clase de cosas. No es sólo maquillaje, es mucho más elaborado”, recordaba John Landis. Director y maquillador volverían a trabajar juntos en el videoclip de la canción Thriller de Michael Jackson, que a la postre se convirtió en uno de sus trabajos más populares. “Muchos maquilladores se me han acercado y me han dicho: La razón por la que me dedico a esto es porque vi Thriller. Aquello me inspiró”, recuerda con orgullo Baker.

Pero además de maquillador y encargado de efectos especiales Rick Baker ha desarrollado otras labores en el cine, como las de productor, asesor técnico e incluso actor, con pequeños papelitos en diferentes películas. Aunque lo cierto es que sus mejores interpretaciones delante de las cámaras las ha realizado desde el anonimato. Por ejemplo, en la escena de la cantina de Tatooine de La guerra de las galaxias, Baker era el actor que se escondía bajo el disfraz del alienígena líder de la banda de músicos. También se encargó de diseñar toda la fantástica colección de seres que aparecen en esa secuencia. “Cuando hice la escena de la cantina en La guerra de las galaxias no se habían visto muchos alienígenas como aquellos en el cine, y resultó muy innovador. Luego vendrían Star Trek y otras muchas películas que siguieron nuestro patrón. Yo enseñé a gente que a su vez ha enseñado a otros y así todos han acabado haciéndolo a mi estilo. He visto maquillajes que parecían míos hechos por otras personas”, reconoce.

Otro de sus grandes trabajos debajo del látex lo desarrolló en una isla perdida del Océano. Jessica Lange no tenía por qué asustarse ya que el tipo que se escondía bajo la piel de King Kong en la versión de Dino de Laurentis, no era otro que el buenazo de Rick Baker. El maquillador no solo construyó el robot gigante del gorila, sino que él mismo se puso el disfraz en las tomas rodadas en escenarios a escala. Y es que una de sus especialidades siempre fueron los simios. Se encargó, por ejemplo, de hacer los primates de Greystoke, la leyenda de Tarzán, de Gorilas en la niebla o El planeta de los simios en la versión de Tim Burton, para la que Baker diseñó máscaras y cuerpos individuales para cada uno de los monos que aparecían en la película. “Le dije a Tim que a mí me gusta hacer personajes. La película original era fantástica en cuanto a maquillaje y yo quería hacerlo aún mejor. Quería que tuviese personajes individuales. 300 monos pueden tener la misma cara, pero aquí los 300 son todos completamente diferentes”, explica Baker.

Y no era un simio, aunque se parecía bastante, el personaje del que Baker siempre se sintió más orgulloso, el peludo protagonista de Bigfoot y los Henderson, sobre todo por el avance técnico que significó. “Antes de Bigfoot usábamos cabezas controladas por cables. Salían de la nuca e iba a parar a un equipo de marionetistas y cada uno de ellos movía las cejas, los ojos o la boca para hacer diferentes expresiones. Pero eso no iba a funcionar con Bigfoot porque el personaje se movía por todas partes. Así que tuvimos que crear una cabeza cuyos músculos faciales se movían por radio control. Era algo que nunca habíamos hecho antes”, reconocía. Para entonces Rick Baker ya había creado su propia empresa, un laboratorio de trabajo en el que contaba con todo un ejército de colaboradores. “Antes solía hacerlo todo sólo porque no había nadie de mi nivel. Hice mis primeras películas en casa de mis padres. Era mi laboratorio. Pero cuando el trabajo creció tuve que aprender a delegar. Ahora, tengo a mi cargo un equipo de hasta cien personas y me encanta contratar a gente que es mejor que yo en algunos campos para hacer que el trabajo tenga más calidad”, decía.

A lo largo de los años 90 la empresa de Rick Baker realizaría grandes creaciones como las ya citadas y otras como Lobo, Matinee, Agárrame esos fantasmas o la primera película de la saga Men in black. “En Men in black fue como si toda mi vida se condensara en una película por el trabajo que hicimos. Teníamos maquillajes, tipos en trajes de goma, animatronics mecánicos. Teníamos un poco de todo”, recordaba. Ya en este siglo XXI su trabajo destacaría en otros títulos como El grinch. Las secuelas de Men in black, Tropic Thunder, Tron Legacy o Hellboy, el gran gigante rojo que creó para Guillermo del Toro. Sin embargo, los efectos digitales generados por ordenador iban desarrollándose cada vez más y permitían trabajos más baratos y rápidos que los que ofrecía la empresa de Rick Baker. El negocio de los monstruos de goma está desapareciendo, nuestro trabajo está siendo sustituido por las imágenes generadas por ordenador”.

Llegó un momento en que mantener un estudio con decenas de técnicos resultaba imposible para el poco número de encargos que recibía. Fue así como en 2015, y a sus 65 años, la edad clásica para jubilarse, Rick Baker decidió retirarse definitivamente. La película Maléfica, protagonizada por Angelina Jolie, fue su último trabajo. Ahora las máscaras que diseñaba Rick Baker las realizan con un actor lleno de bolitas blancas en su cara para captar sus gestos y crear un rostro desde el ordenador en postproducción. Pero nos queda su trabajo en decenas de películas que todavía hoy nos siguen admirando y que cimentaron su leyenda, la del creador de algunas de las criaturas fantásticas que han marcado nuestra vida a través del cine.

 

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