He sentido vergüenza ajena al ver a dos hombres utilizando los derechos de las mujeres como arma arrojadiza
Sánchez y Feijóo convierten la sesión de control en un cruce de reproches sobre feminismo mientras la violencia machista sigue dejando víctimas

He sentido vergüenza ajena al ver a dos hombres utilizando los derechos de las mujeres como arma arrojadiza
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Hay sentimientos que, por su complejidad o por lo que sea, a veces cuesta identificar su origen. La pena, por ejemplo, la rabia, el desánimo… también la alegría. Nos asaltan, pero no siempre sabemos por qué.
Y, sin embargo, existe algo, existe un sentimiento que no tiene pérdida ni confusión posible: la vergüenza ajena. Por si alguien no lo sabe, la vergüenza ajena es esa sensación de incomodidad que experimentamos cuando vemos a alguien hacer el ridículo o meter la pata.
Hay episodios de vergüenza ajena en los que te gustaría ser invisible, que nadie te vea, que no se note. Pero hay otros justo lo contrario: cuando lo que ves te cabrea tanto que no quieres ocultarlo, sino compartirlo.
Y a mí me ha ocurrido hoy, y lo quiero compartir, sin más. Me ha ocurrido escuchando esta mañana la sesión de control al Gobierno en el Congreso, donde Sánchez y Feijóo se han lanzado los trastos a la cabeza, como de costumbre, pero en este caso con las denuncias por acoso sexual que afectan o han afectado a sus respectivos partidos.
El PSOE es el que lo tiene peor ahora mismo, de largo, vamos, de calle. Tiene un lío de narices, porque no parece que, al menos en tres casos, el último en Lugo, los canales internos de denuncia hayan funcionado.
Pero como el PP también acredita un historial de casos parecidos, y hoy mismo en Algeciras le ha estallado otro, bueno, pues vuelvo a lo de esta mañana: ya tenemos el pim-pam-pum organizado.
Y en esa absurda carrera por ver cuál de los dos era más feminista o más hipócrita, donde uno atacaba con los prostíbulos del suegro de Sánchez y el otro respondía con los pactos de Feijóo con los machirulos de Vox, pues yo he sentido vergüenza ajena al ver a dos hombres, un presidente del Gobierno y otro que aspira a serlo, utilizando los derechos de las mujeres como arma arrojadiza.
Y todo eso cuando llevamos cinco asesinatos en menos de dos semanas; cuando un juez dejó en libertad al culpable de uno de esos asesinatos porque la mujer solo, entre comilla, había quedado en coma después de la paliza. Ahora ya se ha muerto, ya han podido detener al agresor.
Cuando las denuncias por acoso en el trabajo, en un partido político o donde sea; cuando las agresiones siguen a la orden del día; y cuando hay un discurso machista, negacionista de la violencia y retrógrado que va ganando terreno… mientras ocurre todo eso, en el Congreso siguen ahí, a lo suyo.
Y sí, ya sé que cada uno o cada una de los oyentes que nos escucha en la radio estará pensando ahora que Sánchez y Feijóo no son lo mismo. No lo son, ni el PSOE ni el PP tampoco. Y cada uno salvará al que considere conveniente. Pero esta mañana, los dos, a mí, me han provocado vergüenza ajena. Sinceramente. Y lo quería compartir.




