La antierótica del poder

¿Qué erótica va a tener el poder cuando conlleva jerarquía y desigualdad? ¿Cómo van a ponernos esos tíos que usan su superioridad en el ámbito laboral o político para otorgarse a sí mismos el derecho de pernada? "La erótica del poder" es, a todas luces, uno de los muchos inventos del machismo por los que las mujeres estamos más acostumbradas a sentir el miedo en esos espacios en los que nos toca acatar las órdenes de hombres, que usan algo tan fundamental para la emancipación e independencia como es el trabajo.

El acoso en el ámbito laboral tiene unas repercusiones profundas porque ataca la raíz sobre la que vertebramos nuestra existencia autónoma: la de poder ganarnos la vida con nuestro esfuerzo, talento, con nuestra dedicación. Más grave es que ese acoso se dé en organizaciones que predican los valores de la igualdad pero los traicionan cuando lo que está en juego es la reputación de uno de los miembros de la fratría. Se demuestra así que el machismo sigue siendo estructural y que ante la duda nosotras tendremos siempre las de perder, seremos las cuestionadas.

La hipocresía agrava más aún el daño en formaciones políticas que han venido sacando pecho feminista y socialista. No parece que en el PSOE se entienda el daño tan tremendo que hacen personajes como Paco Salazar, que todas las que hemos vivido alguna vez la indefensión del acoso nos sentimos identificadas con las que relatan su asqueroso comportamiento. Y no haberlas apoyado de una forma más clara y contundente nos devuelve a todas la sensación de impotencia y el convencimiento de que el poder, más que erótica, lo que da es impunidad.