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Las plantas ya usaban "señales de calor" para atraer insectos antes de hacerlo con sus colores

Un estudio publicado en Science revela que mucho antes de que las flores inundaran el planeta con colores brillantes, las plantas ya habían desarrollado un sistema más discreto para llamar la atención de sus polinizadores: emitir calor

Una cícada africana / Oleg Kovtun

Una cícada africana

La radiación infrarroja producida por las cícadas africanas atrae a los escarabajos. Y los escarabajos pican y, sin darse cuenta, colaboran con la polinización. Estas plantas, parecidas a las palmeras, y que son previas a los dinosaurios, han sobrevivido hasta hoy. Su estudio, y la evidencia fósil, demuestra que llevan interactuando así con algunos insectos, desde hace, al menos, 200 millones de años. Antes de que las plantas tuvieran flores y colores, atrayentes para las abejas y mariposas.

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Esta radiación la produce la planta porque en su interior se está generando una calculada reacción química. Sus células "enciende" partes de la planta -justo donde está el polen- haciéndolas producir calor.

La investigación liderada por la investigadora Wendy A. Valencia-Montoya, bióloga en la Universidad de Harvard es la portada de Science de esta semana.

"Detecting Heat", la portada de Science de esta semana

"Detecting Heat", la portada de Science de esta semana

"Detecting Heat", la portada de Science de esta semana

"Detecting Heat", la portada de Science de esta semana

Prueba cómo esa señal de calor es "intencional" y su objetivo es atraer a los insectos para que luego puedan transportar su polen y expandir su dominio. Su tesis es que este mecanismo sobrevive en estas palmeras cícadas desde hace 200 millones de años y es, por tanto, "un mecanismo previo la aparición del color de las flores"

Estas plantas tienen unos pequeños conos que pueden elevar su temperatura interna más de 35 °C por encima de la ambiente. El estudio explica que que este calor procede de las mitocondrias de sus células y que “las plantas termogénicas generan calor como subproducto de su respiración celular”.

Su tesis es que este calentamiento "natural" no es aleatorio. Sigue unos tiempos, una estrategia. Según el estudio, "se produce una única ráfaga diaria de producción de calor que comienza por la tarde y alcanza su punto máximo al anochecer”. Es ahí cuando los escarabajos “ven” el calor. Han evolucionado órganos sensoriales especializados para detectarlo.

El equipo encontró que las antenas de estos insectos son "morfológicamente consistentes con una función termosensible”. Con ellas, las neuronas de estos insectos “responden instantáneamente al aumento de temperatura”. Si le eliminaban quirúrgicamente la punta de la antena, dejaban de hacerlo.

Para comprobar que el calor en sí es una señal y no un efecto secundario del olor, los científicos hicieron un experimento más: colocaron conos artificiales impresos en 3D, unos calentados y otros no, cerca de plantas reales.

La respuesta fue clara: “los insectos fueron más atraídos por los modelos calentados", incluso cuando los investigadores los cubrieron con una película especial que dejaba pasar el infrarrojo pero bloqueaba el color, los insectos siguieron eligiendo los conos calientes.

Los autores escriben: "esto confirma que la radiación infrarroja es una señal de polinización”. El estudio concluye que esta comunicación basada en calor es mucho más antigua que las señales visuales de color de las flores modernas. Estamos, por tanto, ante “una de las señales de polinización más tempranas”. La diversidad de colores de las flores surgió mucho después, junto con la expansión de abejas y mariposas, capaces de percibirlas.

Una danza en la oscuridad

La razón de todo esto, explican es que "durante la mayor parte de la evolución de las plantas con semillas, los polinizadores dominantes fueron escarabajos (nocturnos) y no abejas (diurnas)". La noche es el mejor momento para distinguir radiación infrarroja.

En las cícadas, el calentamiento del cono comienza por la tarde y alcanza su punto máximo a primera hora de la noche. Coincide con el momento en que los escarabajos salen en busca de su planta. Esa sincronía sugiere una coevolución que lleva en marcha cerca de 200 millones de años.

Javier Ruiz Martínez

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...

 

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