El caballero blanco de Ajax
Hay títulos de libros que se convierten en consignas. Del mismo modo que mis padres tuvieron un piso, la Europa que yo tengo he ido juntándola poco a poco

Barcelona
Ahora, que he conseguido ser europeo, viene Donald Trump a cargarse la civilización europea como los nazis o como la peste negra. Me hice europeo a plazos. Pero es que, entonces, cuando campaba el caballero blanco del detergente Ajax, todo se conseguía a fuerza de letras. Eso era porque la escritura y la vida no se habían soltado de la mano. Que Jorge Semprún me perdone por citar La escritura o la vida de esta manera. Hay títulos de libros que se convierten en consignas. Del mismo modo que mis padres tuvieron un piso, la Europa que yo tengo he ido juntándola poco a poco. Empecé a hacerme europeo con Astérix. Se lo debo todo a los tebeos. Con Astérix y Obélix, se comprendía Europa, porque en un álbum viajaban a Bretaña (aquí salían los Beatles dibujados), y en otro iban a Hispania (aquí, los druidas marchaban en procesión, como en la Semana Santa), y Córcega era tan misteriosa como llamarse Ocatarinetabellachitchix, y se aprendían cosas de los normandos y de los godos, o me enteraba de que Helvetia era Suiza. Y en vez de decir perfectamente, decíamos ferpectamente. Entonces, cuando Astérix y Obélix viajan a Bélgica, muere de un infarto René Goscinny, el guionista de la serie. Uderzo aún no había acabado de dibujar ese álbum. Y al saber que ha muerto su amigo, empieza a llover en la página que está dibujando, llueve de repente dentro de las viñetas y sobre los personajes. Están locos estos dibujantes. La civilización europea es esto, dos amigos que hacen tebeos. Dos franceses normales y corrientes. Tanto, que uno, Uderzo, es hijo de emigrantes italianos, y el otro, Goscinny, desciende de judíos polacos y ha crecido en Buenos Aires. La civilización Europea lleva un menhir a su espalda, lo vemos con Obélix. Antes de ser todo lo que hemos sido, ya éramos europeos.




