Sobre chorizos y chistorras
Sólo se me ocurre una explicación para tanta desfachatez y tantas indiscreciones: creen que el mundo es como su partido político. Es decir, un lugar donde nadie ve, ni escucha, ni habla, ni se entera de lo que ocurre delante de sus narices

Barcelona
La corrupción política me molesta, y hasta me enfurece, pero no me sorprende. Como ustedes, ya he visto desfilar hacia el cuartelillo a ministros, consejeros, alcaldes, intermediarios y fontaneros de todos los colores. Cada vez que los oigo gritarse entre ellos eso de “y tú más”, me parece vivir un penoso día de la marmota que se repite, se repite y se repite.
No hay nada nuevo. Y eso, de alguna forma, sí me sorprende.
De las mafias italianas se pueden decir muchas cosas, y muy malas. Sin embargo, siempre están ahí. ¿Por qué? Porque son profesionales de lo suyo. Los jefes mafiosos procuran comunicarse solamente a través de “pizzini”, papelitos con mensajes crípticos que el receptor destruye tras la lectura. No dejan rastros.
Estos políticos nuestros, en cambio, se regodean en dar espectáculo. Como el malo en las películas de James Bond, sienten la necesidad de contar al detalle los delitos que cometen. Y se lo cuentan al primero que encuentran. En una época en que todo se puede filmar o grabar con un simple teléfono, o unas gafas, o un reloj, ellos no dejan de piar. Afloran unas conversaciones de “whatsapp” que provocan vergüenza ajena.
¿No han aprendido nada después de tantos años de corruptelas? ¿No saben que lo propio de un chorizo es grabar lo que dice otro chorizo, por si un día hay que negociar con la Fiscalía? ¿No saben que todo acabará en la plaza pública? Si a estas alturas su nivel de sofisticación sólo llega a claves tan poco herméticas como las chistorras y las lechugas, no vamos a ninguna parte.
Sólo se me ocurre una explicación para tanta desfachatez y tantas indiscreciones: creen que el mundo es como su partido político. Es decir, un lugar donde nadie ve, ni escucha, ni habla, ni se entera. de lo que ocurre delante de sus narices
Todo esto daría risa, si no diera tanto asco.
Me llamo Enric González. Les deseo un feliz fin de semana.




