Isak Férriz: "Hay que disparar hacia la cúspide de la pirámide social y no entre nosotros, y eso se nos está olvidando"

Madrid

Ciudad de sombras es el nuevo thriller español de Netflix, una serie que llega con el triste subtítulo de ser la última que rodó Verónica Echegui. La actriz, junto a Isak Férriz, protagonizan este thriller dirigido por Jorge Torregrossa para mostrar las contradicciones de una Barcelona que, para abrirse al progreso, dejó a mucha gente en la estacada.

Es una serie basada en El verdugo de Gaudí, la primera novela de la saga de Milo Malart, escrita por Aro Sáinz de la Maza, siguiendo la estela de adaptaciones literarias como La chica de nieve, Memento mori o Reina Roja, todo un éxito a partir de las obras de Javier Castillo, César Pérez Gellida y Juan Gómez Jurado.

Isak Férriz se pone en la piel de Milo, un Mosso D’Esquadra atormentado, pero con un gran sentido de la justicia social.

PREGUNTA: Eres uno de los protagonistas de Ciudad de Sombras, la nueva serie de Netflix. ¿Cómo llega esta ficción a ti y qué es lo que más te atrae del proyecto?

RESPUESTA: Yo participé de la anterior serie de Jorge Torregrosa, el director, que era El Cuerpo en Llamas, y me ofrecieron este personaje. Me leí las novelas, me encantó el personaje de Milo, la pátina que tiene, la atmósfera de la novela de nostalgia a la par que rabia contra las injusticias sociales que suceden en cualquier ciudad en pos del progreso y los damnificados que eso va dejando por el camino.

P: El rodaje de la serie se ha hecho en icónicos edificios de Barcelona. Toda la novela transcurre también en la ciudad. Se suele decir mucho en estos casos, pero aquí la ciudad es un personaje más de la historia. ¿Qué aporta esta visión de la ciudad?

R: Es un personaje más porque forma parte del procedimiento de investigación. Es decir, cada edificio de Gaudí es importante porque, probablemente, el asesino o los asesinos lo que pretenden es denostar esta imagen pulcra de la Barcelona de Gaudí, la de los turistas. Y de golpe, claro, rodar en estos sitios fue muy especial, muy difícil, porque los horarios son espacios ultra visitados por turistas, el margen que te deja para rodar son noches, noches frías de invierno y en horarios muy concretos.

P: La serie habla mucho también de la burguesía catalana, de una cierta élite, parte de la sociedad con mucho poder, de ritos mesónicos, de poder inmobiliario. ¿Qué parte de denuncia social o al menos de reflejo social tiene tanto la novela como la serie?

R: Esto es lo que más me interesó y me atrajo del proyecto, porque cualquier ciudad que quiere avanzar hacia el progreso y abrirse al mundo deja unos cuantos damnificados, y esta serie habla de cómo la Barcelona preolímpica fue prácticamente derruida para renacer como una ciudad abierta al mundo. Por el medio hubo mucha gente que se enriqueció, como en todo gran proceso urbanístico, que en este país somos bastante expertos en pegar pelotazos y que unos cuantos se enriquezcan.

P: En la serie se intercalan también muchas imágenes de archivos, se ve a Pujol, se ve cómo se construye esa nueva ciudad. Ciudad de sombras llega en un momento también que choca con el turismo feroz, con cómo repensamos un poco las ciudades... ¿Cómo crees que dialoga con la situación presente que estamos viviendo?

R: Es una corriente que está muy en boga ahora mismo. La propia juventud se está dando cuenta de que les hemos dejado un presente distópico, en el que un edificio puede estar ocupado por Airbnb a precios desorbitados y tú no te puedes pagar ni una habitación que era lo que costaba un piso hace escasamente siete años. Y esto no solo es en Barcelona, es en todas las grandes ciudades y hablar de intervencionismo en el mercado inmobiliario es, “uy, que viene el fantasma del comunismo”. La apuesta estilística de mostrar esta Barcelona y de las diferentes localizaciones a lo largo del tiempo a través de las imágenes de archivo me parece muy importante para ver de dónde veníamos y a dónde hemos llegado y reformular la pregunta de hacia dónde queremos ir ahora, si este es el tipo de ciudad vacía de contenido que queremos albergar, pero llena de turistas.

P: Dar vida a un personaje literario tiene un peligro y es un poco desvirtuar esa imagen que los fans y los lectores tienen en su cabeza sobre el protagonista. ¿Temes que suceda esto?

R: Yo he intentado ser muy fiel al personaje de la novela porque creo que es superinteresante. Además, desde la primera lectura conecté con él, conecté con lo que le sucedía, con sus traumas del pasado, con su clasismo inverso. Este disparar siempre hacia arriba, que eso es muy importante y se nos está olvidando en estos tiempos. Disparar siempre hacia la cúspide de la pirámide social y no entre nosotros.

P: Tu personaje, Milo Mallard, es un Mosso d’Esquadra atormentado con un trauma familiar, suspendido también por indisciplina. ¿Cómo has preparado el personaje?

R: A mí me gusta mucho bucear en las novelas, empaparme, tener el universo muy claro para tener un lenguaje en común con el director y a partir de ahí centrarme en los guiones y luego también hacer propuestas. Jorge está siempre muy abierto, el diálogo era muy fácil. A mí me gusta mucho empaparme del universo, de todo lo que pueda tener que ver con el personaje y en este caso las cuatro novelas te dan más que todas las claves para tener el personaje cercano.

P: ¿Cómo fue trabajar con Verónica Echegui? ¿Qué sensaciones tienes ahora ante el estreno de la serie tan eminente?

R: Pues fue un placer trabajar con una de las mejores actrices que hemos tenido en este país. Fue un lujo poder trabajar con ella, el personaje de Rebeca creció muchísimo cuando ella entró en el proyecto, con todas sus propuestas, y es una pena que no pueda ver el resultado.