La VentanaLa ventana de los libros
Ocio y cultura

Enrique Murillo, editor y escritor: "En la empresa española del libro hay mucho navajeo y chorizos"

El editor y fundador de Babelia presenta en 'La Ventana' 'Personaje secundario, la oscura trastienda de la edición'

Madrid

Enrique Murillo, editor durante décadas y uno de los fundadores de Babelia, acaba de publicar un libro a medio camino entre las memorias profesionales y el retrato descarnado del sector editorial. En él, reflexiona sobre el oficio de editor, la industria del libro y las tensiones, no siempre visibles, que atraviesan el mundo literario.

En el libro, Murillo reivindica una de las tareas más solitarias y menos reconocidas del editor: la lectura de originales no solicitados. "Lo que más me ha gustado siempre de mi oficio ha sido encontrar escritores de verdad entre los autores de los manuscritos no solicitados que llegan a las editoriales", dice en La Ventana. Explica que el editor se enfrenta a esos textos sin intermediarios ni recomendaciones, únicamente con la confianza del autor en que alguien los lea.

Reconoce que la mayoría de esos manuscritos "o no valen nada o no lo valen para la editorial que los recibe", pero subraya que, de pronto, aparece algo distinto. "A menudo, en la primera frase, el primer párrafo, notas algo especial", afirma, ya sea una voz narrativa, una frase bien construida o un uso del idioma que delata "inteligencia literaria". Para Murillo, "nada hay más variado que el verdadero talento".

Ese olfato editorial está en el origen de trayectorias como la de Benjamín Prado, a quien Murillo descubre como narrador. El propio editor recuerda que ya conocía su poesía, pero que al escucharlo contar historias comprendió que estaba ante alguien capaz de narrar. "Hay muy poca gente de la que escribe capaz de narrar. La literatura es otra cosa que decorar historias", sostiene.

Despidos, picaresca y poder editorial

Murillo no elude los conflictos. En 'Personaje secundario' admite, con ironía, que "seguramente tengo un récord europeo de despidos en multinacionales del sector". Explica que su carácter y su rechazo a determinadas prácticas le acaban pasando factura en un sector que, según relata, vive una desconexión profunda entre la industria del libro y la lectura.

Cuenta que en la empresa editorial española "hay mucho navajeo y mucho chorizo" y que, cuando detecta intentos de robo o irregularidades, trata de frenarlos. "Como me veían venir, antes de evitar sus delitos me echaban", afirma. Entre los episodios que relata figura su paso por el Grupo Planeta, donde una intervención crítica en una reunión sobre el premio literario termina, según explica, con su despido.

Desde su experiencia, Murillo reflexiona también sobre el papel del editor como mediador y estratega. Señala que a los editores "se nos puntúa socialmente por los aciertos y los errores" y sitúa entre los grandes fenómenos editoriales españoles de las últimas décadas a Carlos Ruiz Zafón e Irene Vallejo. De Zafón recuerda que su trabajo consistía, literalmente, en recortar cientos de páginas para que las novelas llegaran a término.

Del Café Gijón a Zarzuela

El libro está lleno de escenas que ilustran la picaresca del sector. Murillo relata, por ejemplo, su intento de fichar a Arturo Pérez-Reverte para Planeta. Se citan en el Café Gijón, pero pronto comprende que el escritor no buscaba un cambio editorial, sino presionar para mejorar su trato en El País. "No lo conseguí", reconoce, y pone este episodio como ejemplo de "la picaresca interminable" del mundo del libro.

Uno de los capítulos más llamativos es el dedicado a El Rey, el libro de conversaciones entre Juan Carlos I y José Luis de Villalonga. Murillo detectó el potencial del proyecto y luchó para que la editorial asumiera el coste que exigía la casa francesa propietaria del encargo. Recibió llamadas de Zarzuela y revisó capítulos en varias ocasiones.

En ese contexto, Villalonga le trasladó una revelación clave sobre el 23-F. Según cuenta Murillo, el propio autor le explicó que Juan Carlos I estuvo tentado de respaldar el golpe de Armada y seguir reinando en una monarquía golpista, y que fue Sabino Fernández Campos quien le disuadió por puro cálculo de supervivencia de la dinastía. "No fue una idea democrática ni constitucional, sino el deseo de conservar el poder", sostiene Murillo.

Con 'Personaje secundario', Enrique Murillo se coloca deliberadamente en segundo plano para iluminar una trastienda poco visible: la del editor que lee, corta, negocia, arriesga y, a veces, pierde, pero que también participa decisivamente en la construcción de la historia literaria reciente.