Luis García Montero recuerda a Neruda tras la victoria de la ultraderecha en Chile: "No hay que rendirse cuando se defienden los derechos humanos"

Un buen martes en medio de las dificultades que llueven sobre este diciembre. Como Luis Argüello, presidente de la conferencia episcopal, se mete en la política y pide una moción de censura y un adelanto electoral, quizá sea bueno que nosotros nos metamos en la religión, y no solo para pedir medidas contra los sacerdotes pederastas.

La Navidad de la Biblia tiene poco que ver con los escaparates y los comercios santificados por la sociedad de consumo. Resulta que José y María, movidos por las dificultades de registrarse en el padrón dispuesto por el emperador Augusto César, acabaron teniendo a su hijo en un pesebre de Belén, en medio de la pobreza. Y quizá por eso Jesús se sintió solidario con los pobres, hasta el punto de afirmar que iba a ser muy difícil que los ricos entraran en el reino de los cielos, porque los amantes del dinero se olvidan de los compromisos espirituales.

Herodes y Pilatos fueron partidarios de las matanzas y de la muerte de Cristo. Pero Cristo resucitó, igual que resucita todos los días Pablo Neruda cuando leemos sus poemas. La dictadura de Pinochet mandó envenenarlo en 1973. Ahora que la extrema derecha vuelve a Chile para recortar las inversiones de los ricos en derechos sociales y controlar los registros ante los emigrantes, podemos recordar que Neruda escribió una “Oda a la esperanza”.

El solo hecho de vivir es una oportunidad para seguir luchando por los sueños. No hay que rendirse cuando se defienden los derechos humanos. Como escribió Pablo Neruda, podrán cortarnos todas las flores, pero no podrán detener la primavera.