Irene Escolar triunfa en el teatro: "Sentía que necesitaba otro tipo de experiencia vital"

Madrid

El Teatro Español acoge 'Personas, Lugares y Cosas', una obra intensa y profundamente contemporánea que sitúa al espectador ante el derrumbe y la reconstrucción de una actriz que toca fondo en pleno escenario. Irene Escolar encarna, impulsa desde la producción y la creación, esta historia que arranca con una escena brutal: la protagonista aparece intoxicada, incapaz de sostener la función, y pronuncia una frase que marca el inicio del viaje dramático: "A mí habría que matarme". Desde ese momento, la obra se convierte en un descenso y, al mismo tiempo, en un proceso de recuperación que transcurre en un centro de rehabilitación, donde nada es sencillo ni lineal.

Un proyecto madurado en el tiempo

Escolar explica en La Ventana que el texto llegó a sus manos hace siete años y la deslumbró desde el primer momento, aunque entonces no se sintió preparada para asumirlo. "Sentía que necesitaba otro tipo de experiencia vital", reconoce. Tres años atrás, la historia volvió a cruzarse en su camino y decidió que ahora sí era el momento: sabía lo que suponía sostener muchas horas de escenario y enfrentarse a un material "muy duro y muy catártico". Esa maduración personal es hoy una de las capas invisibles que atraviesan la función.

La obra exige un compromiso físico y emocional extremo. En los primeros veinte minutos, la protagonista está intoxicada, una situación que Escolar define como "muy difícil de hacer y de sostener cada día". Una vez iniciado el recorrido, el tiempo escénico se acelera y se vuelve disfrutable, pero el precio llega después. Salir del personaje no siempre es inmediato: "Salgo muy revuelta, no puedo dormir, el corazón me late muy fuerte y el cuerpo no sabe que eso ya no está ocurriendo, pero lo sigue sintiendo". El trabajo del director, de carácter físico y performativo, empuja a una vivencia visceral que, según la actriz, solo tiene sentido si se afronta sin medias tintas.

El humor como vía de escape

Pese a la dureza del relato, 'Personas, Lugares y Cosas' está atravesada por el humor. No como alivio superficial, sino como mecanismo profundamente humano. Escolar subraya que la vida, incluso en sus momentos más trágicos, está llena de comedia, algo que comprobó durante los grupos de terapia a los que asistió para preparar el papel. En esos espacios, marcados por historias durísimas, surgían momentos lúdicos y de risa compartida, fruto de la identificación y del reconocimiento mutuo. Reírse de los propios comportamientos se convierte así en una forma de liberar tensión y de seguir adelante.

La experiencia de la terapia

Durante seis meses, la actriz se rodeó de un grupo de personas en procesos de recuperación de drogas. Al principio acudía para entender mejor a su personaje, pero llegó un punto en el que iba por una necesidad más personal. Ese grupo no solo asistió a la obra, sino que acompañó todo el proceso creativo: acudieron a ensayos, resolvieron dudas y aportaron miradas críticas. El día del estreno, se levantaron a aplaudir emocionados y le entregaron un ramo con una dedicatoria que resume el espíritu del proyecto: "Gracias por representarme".

Contra la simplificación y el estigma

Escolar insiste en que la obra no pretende moralizar ni catalogar. Tras escuchar decenas de historias, afirma haber visto "vidas y personalidades completamente diferentes", imposibles de homogeneizar. La función muestra las aristas, contradicciones y complejidades de quienes conviven con un consumo problemático, sin reducirlos a etiquetas. En uno de los debates presenciados en terapia, se hablaba de la responsabilidad individual y de cómo llega un punto en el que el control se pierde y es necesaria la medicación. Esa tensión entre voluntad y límite atraviesa la obra sin ofrecer respuestas cerradas.

Aunque el eje narrativo es la drogadicción, la obra apunta a algo más amplio: cómo sobrevivir en una sociedad marcada por la compulsión y el consumo constante. Escolar sostiene que todos llenamos los vacíos como podemos y que el miedo, la anestesia emocional y la búsqueda de salidas rápidas forman parte del paisaje cotidiano. Muchas personas salen del teatro reconociendo que quizá también tienen un problema del que no eran conscientes, y eso, para la actriz, "es uno de los grandes logros de la función".

La fuerza de lo colectivo

Todo lo que ocurre en la obra se basa en la escucha y en el grupo. 'Personas, Lugares y cosas' reivindica la necesidad del otro, tanto en los procesos creativos como en los terapéuticos: uno solo no puede salvarse. Esa presencia compartida es, para Escolar, lo verdaderamente revolucionario hoy. Lo comprobó recientemente en un concierto de Patti Smith y lo vive cada noche en el teatro, donde se genera "algo eléctrico" con el público. Las funciones están llenas, la emoción es palpable y el público -incluidos muchos jóvenes- sale profundamente conmovido.

La obra permanecerá en cartel en el Teatro Español hasta el 11 de enero, con algunas entradas aún disponibles en las últimas filas, antes de iniciar una gira por otras ciudades. Un viaje escénico intenso que abre una conversación necesaria y poco habitual, y que confirma el teatro como un espacio de presencia, riesgo y sanación compartida.