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La advertencia de expertos en prevención del suicidio: "No hay que evitar el tema, hay que saber tratarlo"

La entidad defiende la educación emocional temprana y el periodismo responsable tras conocerse los últimos datos del INE sobre muertes por suicidio en España

Radio Lindo | El suicidio, una amenaza a nuestra sociedad y estilo de vida

Madrid

España cerró 2024 con 3.953 muertes por suicidio, según los datos definitivos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), una cifra que supone un descenso cercano al 4 % respecto a 2023. Lejos de invitar a la complacencia, los expertos insisten en que hablar del suicidio desde la prevención y la empatía sigue siendo una urgencia social. Con ese objetivo trabaja la Asociación Papageno, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la prevención del suicidio, formada por profesionales sanitarios con una larga trayectoria en este ámbito.

Silvia García, psicoterapeuta y miembro de la asociación, subraya que la prevención empieza mucho antes de que aparezca el sufrimiento extremo. "La inteligencia emocional debería ser prioritaria desde la escuela primaria", afirma. A su juicio, no solo los niños deberían recibir esa formación, sino también los padres: "Parece algo muy básico, pero cuando doy clase en la universidad, los alumnos me preguntan por qué nadie les enseñó esto antes".

García trabaja con ejemplos prácticos de empatía y situaciones como el acoso escolar. Al ponerse en la piel de quienes participan en estos conflictos, explica, los estudiantes descubren que "no solo la víctima es víctima, sino todo su entorno". Una comprensión que, según defiende, puede marcar la diferencia.

El origen de Papageno

Daniel López, psicólogo sanitario y presidente de la Asociación Papageno, relata que la creación de la entidad nació de un "aprendizaje rápido". "Un día descubrí, en una conversación informal, que en la Guardia Civil había una alta tasa de conducta suicida, y como ciudadano eso me impactó profundamente", recuerda. A pesar de llevar casi dos décadas trabajando en sanidad y psicología, le sorprendió que el suicidio siguiera siendo un tema tabú.

A partir de ahí, la asociación amplió su ámbito de actuación más allá de los cuerpos policiales y asumió como primera responsabilidad "dar visibilidad a un problema de salud pública y social".

García llegó a Papageno tras una experiencia personal: "Una persona muy cercana se suicidó y yo necesitaba saber qué me había perdido", explica. Al dolor se le sumó la culpa, una emoción habitual en los procesos de duelo por suicidio. "Decidí convertir ese dolor en intentar ayudar a otros", añade.

Desde la asociación impulsan grupos de ayuda, congresos anuales y un premio de periodismo responsable que busca mejorar la forma en la que se informa sobre estos casos. "Comunicar bien también salva", defienden.

Daniel López reconoce avances importantes en los últimos años: "Ha habido periodistas que han trabajado muy bien la prevención y se han especializado en el tema", señala. Sin embargo, alerta de un retroceso reciente: "En los últimos meses, se ha priorizado el impacto social frente a la prevención, y eso es peligroso".

El impacto en las familias

Silvia García pone el foco en las personas que quedan: "Cuando estás en duelo, cualquier detalle que aparece en la prensa te atraviesa", explica. Por eso insiste en que detrás de cada noticia hay familias sufriendo: "Hay que preguntarse cómo te gustaría leer esa información si tú fueras la persona afectada".

La psicóloga denuncia un tratamiento cada vez más tremendista, alimentado también por la presión social y las redes: "Estamos en un momento complicado, pero quiero lanzar un mensaje de esperanza: esto se puede prevenir y se pueden hacer las cosas bien".

Daniel López advierte de que un aumento de la preocupación social suele traducirse en más visibilidad de casos. Identifica dos momentos clave recientes: la pandemia y, más tarde, determinados sucesos en Sevilla y Jaén, cuyo tratamiento mediático provocó un efecto imitación.

"El riesgo no siempre se manifiesta de forma clara", explica. Hay señales verbales, como el deseo de huir; otras más indirectas, como expresar que uno no se siente querido; y también conductuales, vinculadas a asumir riesgos. En la adolescencia, distinguir estas señales es especialmente complejo, ya que algunos comportamientos forman parte del desarrollo normal.

Tratar el suicidio con el mismo tacto

"El duelo por suicidio debería tratarse con la misma delicadeza que cualquier otra pérdida por enfermedad", defiende Elvira, psicóloga de Papageno. Sin embargo, señala que socialmente se tiende a entrar en detalles que no se pedirían en otros casos: "La persona necesita hablar de cómo se siente, no explicar lo ocurrido".

Para la asociación, uno de los grandes errores es evitar el tema por miedo: "El hecho de pedir ayuda ya es un paso enorme", recuerda Elvira. "La persona que se suicida no quiere morir, quiere dejar de sufrir". Por eso insiste: hablar no provoca el problema, lo saca a la luz. Y sacar el dolor es, muchas veces, el primer paso para salvar una vida.