Así es 'Homo Argentum', la polémica comedia que divide a Argentina: "Somos artistas valientes, tenemos el culo limpio"
La nueva película de la dupla formada por Gastón Duprat y Mariano Cohn ha sido un fenómeno de público pero también ha polarizado al país con el presidente Javier Milei alabando que es un conjunto de historias contra la agenda 'woke'

Los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat, durante su visita a Madrid. / Europa Press News

Madrid
A lo largo de su carrera los directores argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat han jugado con el humor negro, la sátira y la crítica social. En su cine hay dos temas recurrentes, la lucha de poder y de clases y la hipocresía que rodea al mundo de la cultura, ya sea en la literatura, el cine o las galería de arte. Lo han hecho con títulos como 'El ciudadano ilustre', con Óscar Martínez como ese Nobel de Literatura que vuelve a su pueblo, en 'Competencia oficial', con Penélope Cruz y Antonio Banderas como una cineasta y un actor excéntrico, o en 'Mi obra maestra', protagonizada por Guillermo Francella como un galerista que intenta reflotar la carrera de un amigo.
Con el actor argentino han repetido en la serie 'El encargado', la historia de un entrometido conserje, y de ahí nace 'Homo Argentum', su nueva película. "En uno de esos tantos descansos de rodaje, le preguntamos qué le gustaría hacer. Y después de pensarlo, nos pidió que viéramos 'Monstruos de hoy', de Dino Risi. La vimos, nos gustó mucho, estaba muy alineada con nuestro estilo, y decidimos hacer una versión nuestra, local", cuentan.
De la película de Dino Risi toman esa estructura capitular, 16 historietas o viñetas donde buscan y se preguntan si existe una 'argentinidad' con Guillermo Francella como protagonista de todos estos relatos. "La idea no era abarcarlo todo. El país es súper diverso, y lo nuestro es un recorte que tiene que ver con la observación y la contemporaneidad de la vida en Argentina. Y también con algo que excede a Argentina, que es esta época de corrección política, donde hay muchos temas de los que no se puede hablar o de los que no conviene hablar, y la película patea el avispero fuerte con eso", responde Mariano Cohn.
A través de esos episodios los directores trazan con humor y mala leche una panorámica de cómo ven a su país hoy a base de retorcer estereotipos. Está la emigración de los jóvenes pudientes a Europa, está la desigualdad social, la falsa caridad, la inseguridad en las calles, el pillaje o el turismo. También los curas y sus sermones en las zonas más deprimidas, o cosas más mundanas, como comprarse un coche y reencontrarte con un viejo amigo, las herencias cuando tu padre se echa una novia joven o la celebración del Mundial de Messi.
Con su estilo habitual, Mariano Cohn y Gastón Duprat retratan los contrastes de Argentina desde la exageración con una sucesión de sketches rancios y de chistes malos. Y, a veces, se pasan de frenada. Por ejemplo, en el episodio que frivoliza con las agresiones sexuales y las denuncias falsas, con una chica joven chantajeando a un rico empresario. En este conjunto de historietas también atizan a los medios de comunicación, a los políticos, y cómo no, a los artistas. En este caso a un excéntrico director de cine que busca la toma perfecta de una mosca en un poblado indígena a base de cubrir el rostro de una joven con miel y luego gana un premio y se acuerda de las desgracias del mundo.
"Siempre hemos tocado algunos temas de interés antes de que existiera el concepto de corrección política, y mucho menos el de 'woke'. Es como una crítica interna hacia nosotros o al grupo al que pertenecemos. Un grupo social con ciertos gustos estéticos, que escucha cierta música, que vive de tal manera. Y fue natural desde las primeras películas. Luego nos dimos cuenta de que era un punto de vista original y que el cine, al menos el argentino, no tocaba esos temas, no había una crítica al mundo progresista o de la cultura, o de los artistas, todo eso era venerado de manera automática. Entonces fuimos los primeros en meter este dedo en el enchufe y después socialmente empezó el concepto de corrección política, woke, antiwoke. Nosotros no nos fijamos ningún límite, la verdad", argumenta Gastón Duprat.
'Homo Argentum' ha sido todo un fenómeno en Argentina con cerca de 2 millones de espectadores pero también ha sido una película polémica que ha dividido al público, a la crítica y la clase política en un país ya de por sí polarizado. El presidente, el ultraderechista Javier Milei, se la ha apropiado por, según su opinión, ser una película contra la agenda 'woke'. "En Argentina fue un furor popular de opinión. Gente que la denostaba, gente que la defendía, gente que decía que era la peor película que había visto en su vida. En ese contexto, la del presidente es una opinión más. Uno como artista no se puede hacer cargo de la totalidad de las opiniones vengan de quien vengan. Qué voy a hacer si opina. Que tenemos el culo limpio, absolutamente, eso te lo puedo asegurar. Somos artistas valientes toda la vida, habladores, sin callarnos nada. De las opiniones de todo el mundo, que hubo miles, es imposible hacerse cargo", responde Duprat.
Hay, sin embargo, algo más de trasfondo que la polarización política en este sentido. En estos años el Gobierno argentino ha desmantelado el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y ha dejado de financiar películas, lo que ha provocado las protestas del sector, como se escenificó en el Festival de San Sebastián con una concentración y un manifiesto de apoyo ante los ataques de la extrema derecha a la cultura. Mariano Cohn y Gastón Duprat no se han unido ni se han pronunciado, al menos públicamente, sobre esta situación que compromete seriamente el futuro de una cinematografía tan rica como la argentina.
"Hace una década o más que no participamos de ese circuito porque siempre está atravesado por lo político. Y, por ejemplo, en el pasado era no transparente, por decirlo suavemente. Había que ser amigo de tal o cual. Por eso desde hace unos 15 años no participamos más de eso. Nuestras películas son coproducciones internacionales que se sustentan de otra manera, para lo cual hay que hacer un esfuerzo muy grande de seducción, de buscar aportantes del mundo entero. Es mucho menos cómoda nuestra posición, mucho más difícil, pero justamente lo hicimos así para estar exentos de todo eso", justifica Mariano Cohn, que además defiende la utilización de 'product placement', de publicidad de productos en la película, como medio de financiación. "Un 20% de la película está financiada con esponsoreo. Eso también fue muy cuestionado por los directores y por la crítica en Argentina, por algunos directores que lo ven como un sacrilegio. Y para mí es una fuente de financiación tan válida como otras. Para filmar el límite no debería ser que el Estado te financie una película. Hay otros caminos. En nuestro caso, el sistema que usamos es otro, que no es el único", concluyen dos directores que también han hecho carrera de la provocación y la polémica.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




