Internet ha muerto: crónica de una red sin humanos
La inteligencia artificial y los bots han vaciado la red de sentido, narrativa y contenido

Internet ha muerto: crónica de una red sin humanos
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Hilos en X escritos por máquinas, vídeos falsos de perros salvando niños, tiburones con zapatillas convertidos en ídolos de masas, el Papa vestido de Adidas, y Sam Altman, CEO de Open AI, asegurando que empieza a tomarse en serio la Teoría del internet muerto.
El auge de la inteligencia artificial ha devuelto al centro del debate una vieja conocida de los foros conspiranoicos: la Teoría del Internet Muerto.
La Teoría del Internet Muerto sostiene que gran parte del contenido que circula hoy por la red ya no es producido por seres humanos, sino por bots, sistemas automatizados o modelos de inteligencia artificial.
2025: más robots que humanos
Por primera vez en la historia, hay más bots que personas en internet. Según el informe Bad Bot de la empresa de ciberseguridad Imperva, solo el 49 % de las interacciones registradas en la red durante el último año se produjeron entre personas reales.
“Existe mucho tráfico que se genera de manera automática: bots que dominan el flujo de la web”, explica Almudena Ruiz Iniesta, profesora del Máster en Inteligencia Artificial de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y miembro del grupo Data Driven Science. A esto se suman la opacidad de los algoritmos de recomendación y la proliferación de granjas de clics, lo que conduce a que “las redes, los sitios y las plataformas estén optimizados para máquinas y no para humanos”.
Sitios web hechos por y para máquinas que, además, no son inmortales. Según el Pew Research Center, el 38 % de las páginas web que existían en 2013 ya no son accesibles. Esta volatilidad, unida al aumento del contenido automatizado, ha llevado al Instituto de Estudios Futuros de Copenhague a estimar que, para 2030, el 99 % del contenido online estará creado o mediado por inteligencia artificial.
“Todo esto forma un cóctel que nos lleva a dar por buena la idea de un internet muerto”, señala Ruiz Iniesta. Y matiza: “El debate ya no es si la teoría es cierta o no, sino en qué medida está ocurriendo”.
2025: tiburones con zapatillas y podredumbre cerebral
La tendencia del año en redes ha sido el brainrot italiano. Criaturas salidas de un sueño febril surrealista, creadas con IA, que combinan animales con objetos cotidianos o alimentos, dando lugar a híbridos donde priman lo absurdo, lo llamativo y lo repetitivo.
Un tiburón con zapatillas, Tralalero Tralalá; una taza de café con cuerpo de bailarina de ballet, Ballerina Cappuccina; o un elefante-cactus con sandalias, Lirili Larila.
Estos personajes protagonizan decenas de miles de vídeos cortos sin narrativa alguna. Es contenido generado por máquinas que solo busca entretener. Su éxito ha sido tal que han dado el salto a juguetes, canciones, atracciones de feria e incluso musicales. La mayoría de estos espectáculos han quebrado. Quizá duraban demasiado para la capacidad de atención de los adictos al scroll infinito.
Y es que su nombre, brainrot italiano, tampoco es casual. Brainrot significa “podredumbre cerebral”, el deterioro intelectual ligado al consumo excesivo de contenido poco exigente.
2025: Creatividad desplazada por el scroll infinito
Este contenido vacío, estimulante y carente de sentido es uno de los síntomas de la transformación de internet. Según Ruiz Iniesta, el brainrot italiano “refleja los signos asociados a la Teoría del Internet Muerto”. Y añade: “No sustituye la presencia humana, sino que la canaliza bajo nuevas reglas”.
¿Las consecuencias? Automatización de la creatividad, deterioro de la capacidad de atención, homogeneización estética y un desplazamiento del significado: “el contenido ya no busca informar ni narrar, sino ocupar tiempo”.
La lógica de la automatización ha redefinido qué entendemos por contenido, creatividad y sentido. Y esto es un problema porque, como recuerda la doctora en Educación y Psicología Catherine L’Ecuyer, “la mente necesita sentido para aprender”. Ya en 2013, L’Ecuyer advirtió sobre los efectos de la sobreestimulación tecnológica en su libro Educar en el asombro.
“Cuando estamos sometidos a estímulos constantes entramos en una espiral sin fin, dejamos de tener esa capacidad para poder seleccionar la información en base a un criterio de relevancia” defiende la autora, que insiste en que “nos convertimos en enamorados de la irrelevancia”
El sobreestímulo elimina el aburrimiento y “embrutece, adormece el asombro, el deseo de conocer y el interés natural”, explica L’Ecuyer. Y esto es un problema porque, insiste “el aburrimiento es clave para la creatividad y el juego”.
Acabar con la podredumbre cerebral
Entonces, ¿es posible escapar del brainrot y revivir internet?
Ruiz Iniesta propone redefinir el llamado ‘pacto digital’: “Es fundamental la educación, la alfabetización algorítmica Debemos ser críticos con lo que consumimos y, por supuesto, contribuir con contenido auténtico a Internet para conseguir que siga siendo un Internet vivo. Desde luego, las herramientas de IA son una gran ayuda, pero sí que no podemos dejar que ganen espacio y voz frente a lo auténtico”.
Ruiz Iniesta propone redefinir el llamado “pacto digital”: “Es fundamental la educación, la alfabetización algorítmica. Debemos ser críticos ante lo que estamos viendo y por supuesto, también tenemos que contribuir con contenido auténtico a Internet para conseguir que siga siendo un Internet vivo. Las herramientas de IA son una gran ayuda, pero no podemos dejar que ganen espacio y voz frente a lo auténtico”.
L'Ecuyer, por su parte, aboga por reducir la exposición a las pantallas “La mejor preparación para el mundo online es el mundo offline, el mundo real en el que sí hay un hilo narrativo coherente”.




