El Belén viviente, en Badalona

Barcelona

Badalona es una ciudad de más de 230.000 habitantes. Sus barrios crecieron recibiendo oleadas migratorias. En las calles, hay edificios ocupados por personas salvadas de viviendas que ardieron, porque también eran casas ocupadas donde nadie quiso dar ni luz eléctrica ni agua; donde arder o ser desahuciado es más fácil que abrir un grifo. El otro día, en plena semana de alerta naranja por lluvias intensas, el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, mandó expulsar de la ciudad a sus cuatrocientos habitantes más pobres. Tan pobres que no tienen ni el derecho de ser ciudadanos. Eso sí, doscientos ciudadanos de pleno derecho de Badalona se concentraron después ante una iglesia para impedir que el párroco acogiera a varias de esas cuatrocientas personas. Parte de esta gente está ahora en tiendas de campaña debajo de una autopista. Las ruedas retumban sobre sus cabezas. No tienen derecho a olvidar cómo han llegado. Y otra parte ha ocupado a la fuerza el único albergue municipal de Badalona, que llevaba sin usarse más de un año por orden de García Albiol. En Badalona, el portal de Belén es así: doscientos ciudadanos con derecho a voto abucheando a quince desamparados para que no se les dé techo en la parroquia del barrio. Así es el evangelio impío de la ultraderecha. El alcalde Albiol acudió a esta concentración, les pidió calma a los acosadores, que le aplaudieron, y anunció que expulsaría de la ciudad a los desahuciados. El alcalde Albiol parece de Vox, pero es del PP. Las ultraderechas se tocan. Y también se parecen en que prefieren los piquetes vecinales a las Asociaciones de Vecinos. Así es el voto del odio: se odia a los pobres y se admira a los poderosos. Cuando oigan a la ultraderecha decir que va contra las élites, recuerden que se trata de esto.