Ayme Román, filósofa y divulgadora: "El debate público va siempre un poco por detrás"

Madrid

Ayme Román, filósofa, ensayista y divulgadora feminista, autora del ensayo 'Después del #MeToo' y conductora del pódcast 'No Obstante', defiende la necesidad de repensar los debates actuales desde una perspectiva histórica y filosófica. Su trabajo parte de una convicción clara: muchos de los conflictos que hoy se presentan como nuevos ya han sido pensados antes y pueden comprenderse mejor si se ponen en diálogo con tradiciones de pensamiento previas.

Román explica que estudiar filosofía implica precisamente eso: tomar los problemas del debate público y relacionarlos con autores, corrientes y discusiones antiguas que ayudan a reformular el marco actual. "No se trata de inaugurar debates", señala, sino de recuperarlos, actualizarlos y evitar repetirlos sin avanzar.

Divulgar sin simplificar

Su compromiso con la divulgación surge de manera orgánica tras leer a pensadoras como Simone de Beauvoir. No desde una lógica estrictamente académica, sino desde el deseo de compartir ideas y conclusiones. "No es muy distinto a ser docente", afirma, insistiendo en la importancia del diálogo y la transmisión del pensamiento crítico.

Román muestra frustración ante la constante reaparición de los mismos debates sin aprendizaje colectivo. A su juicio, se avanza y se retrocede al mismo tiempo, reciclando discusiones que no evolucionan. Frente a eso, busca crear contenido diferente, más complejo, aunque reconoce que lo que mejor funciona en redes suele ser lo superficial para alimentar el algoritmo: definiciones rápidas y conceptos simplificados.

Medios, redes y política

Sobre el papel de los medios tradicionales, la filósofa considera que siguen teniendo recorrido, aunque están adaptándose a los ritmos y formatos de las redes sociales. Observa que cada vez más creadores digitales imitan estructuras propias de los medios clásicos y que formatos como el video pódcast no son tan distintos de los tradicionales. En ese sentido, cree que programas culturales y reflexivos aún pueden conectar con públicos jóvenes.

Román sitúa parte de la desafección política actual en la identificación casi exclusiva de la política con la política institucional y de partidos. Estar pendiente de las dinámicas internas, explica, genera cansancio y distancia. A esto se suma una pérdida de credibilidad de las instituciones que alimenta la desconfianza y abre la puerta a discursos populistas, especialmente de corte reaccionario y antipolítico.

Según su análisis, muchos jóvenes no se identifican tanto con partidos concretos como con marcos discursivos que rechazan la política en sí. "Se está comprando un sentido político antipolítico", advierte, señalando la penetración de los marcos de la ultraderecha más allá de las siglas.

Feminismo y tensiones internas

En sus textos y vídeos, Román aborda conceptos como la "cultura de la violación", la "manosfera" o los debates sobre identidad y género. Desde su experiencia, percibe una distancia creciente entre la teoría feminista y el debate público real, que avanza con retraso y en un clima cada vez más polarizado.

Critica la incapacidad para sostener los grises, las contradicciones y las tensiones políticas, y señala que dentro del propio feminismo muchas conversaciones incómodas no se han dado desde el cuidado y la escucha, sino de forma violenta e intracomunitaria. Pone como ejemplo la espectacularización del morbo en torno a testimonios de violaciones, un tratamiento que, a su juicio, no buscaba reparar a las víctimas ni concienciar, sino explotar el detalle.

Con su trabajo, Ayme Román reivindica un pensamiento feminista que no renuncie a la complejidad ni a la memoria histórica, y que se atreva a incomodar sin perder el cuidado ni el rigor.