Sociedad

La casa de los gemelos: un 'reality' salvaje que nos atrae "porque en él vemos monstruos modernos"

El programa es similar a 'Gran Hermano', pero promovido online por dos youtubers y sin filtros. Concatena episodios de violencia verbal y física con situaciones grotescas pero tiene miles de seguidores. Analizamos por qué tiene éxito con José Mansilla, antropólogo y profesor en la Autónoma de Barcelona

Un fotograma de "La casa de los gemelos" con algunos de los concursantes al fondo junto a uno de los promotores

Madrid

Su nombre real es Asunción Marto, pero todos la conocen como "La Falete" por su supuesto parecido con el cantante de flamenco y copla. En una imagen la vemos comer espaguetis con las manos mientras se le caen de la boca al hablar para asombro del resto de personas que hay en la sala. Y para regocijo de sus miles de seguidores que celebran todos estos comportamientos con carcajadas y reenviándose los videos.

La Falete se define como "creadora de contenido en TikTok", donde se hizo viral por sus vídeos que mezclan lo que intenta ser humor con bailes exagerados, "artes marciales" y una exhibición enorme de ausencia de educación. Es, junto a La Marrash, Labrador, o el Patica, uno de los personajes más "populares" de este calco de Gran hermano pero sin filtros y al alcance de cualquier espectador.

Son personajes histriónicos, incómodos, a veces violentos y, para miles de personas... un divertimento. Redes sociales como X, Instagram o Tik Tok están inundados de clips -videos cortos- con "los mejores momentos" de la casa: aparte de la Falete comiendo espaguetis, vemos conatos de peleas, insultos, gritos, situaciones totalmente surrealistas. "Es como estar 24 horas mirando un frenopático", dice un twittero al comentar un video en el que se ve a dos personas ponerse en peligro mientras encienden un cigarro con una enorme llamarada.

La casa de los gemelos" la crearon el año pasado Daniel y Carlos Ramos, conocidos en el mundillo Youtuber como "Zona Gemelos". Tuvieron que cerrarla en apenas hora por varios incidentes que se produjeron en el interior y que no han quedado suficientemente explicados. Pero este año han vuelto, con un formato prácticamente calcado a Gran Hermano y con personajes todavía más absurdos y excesivos.

Las emisiones del reality han llegado a conectar a cientos de miles de espectadores simultáneos en las noches de "gala", los domingos. Según datos compartidos en redes sociales y plataformas de análisis, han conseguido picos de audiencia de 800.000 espectadores conectados a la vez. Si sumamos todas la hora emitidas desde el inicio, más los clips cortos que pululan por las redes, la audiencia es millonaria .

La falta de control ha motivado ya la queja de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) que ha pedido a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que investigue "si el formato cumple con la normativa audiovisual vigente". Creen en la asociación que los contenidos que se emiten podrían vulnerar la ley. Antena 3 y Telecinco se han sumado a la queja señalando que lo que sucede en La casa de los gemelos sería impensable en una televisión convencional, con agresiones y comportamientos que sobrepasan los límites de lo que se suele permitir en formatos tradicionales. Los creadores del formato han defendido que su intención no es fomentar el odio ni la violencia y han señalado que sí vigilan los contenidos. Ponen de ejemplo que hay guardias de seguridad (encapuchados) para frenar las peleas en el interior y que se expulsó a un participante por actitudes consideradas homófobas y tránsfobas.

¿Por qué nos atraen estos contenidos?

Le preguntamos a José Mansilla, profesor de la Universidad autónoma de Barcelona, investigador y antropólogo

¿Por qué estos programas tienen tanta audiencia? ¿por qué nos gusta la web-basura o la tele-basura?

En principio nos sentimos atraídos por lo que podemos considerar basura, por una serie de razones que las ciencias sociales, en general, llevan estudiando mucho tiempo. En realidad, cuando nos muestran personajes como los que se ven en algunos programas de televisión catalogados como telebasura, o en este, a través de la red, estamos de alguna manera reflexionando sobre nosotros mismos.

¿Qué quiere decir?

Que vivimos en una sociedad que está construida sobre una especie como de normatividad a la cual nosotros, bajo toda circunstancia, queremos pertenecer. Cuando vemos algo que se escapa de esa normalidad, nos sentimos atraídos, porque pensamos que nosotros podemos llegar a estar o ser como ellos. Esto, por ejemplo, en antropología está muy estudiado en relación a los monstruos. Los monstruos, que son esas cosas deformes o esos seres que nos causan un cierto pavor. Este pavor, precisamente, es causado no tanto porque sean muy diferentes a nosotros, porque si lo pensamos bien, siempre tienen un punto de humanidad, sino precisamente porque es como podemos acabar nosotros.

¿Estamos viendo uno de nuestros posibles futuros?

Si. Cuando miramos este tipo de programas, en realidad estamos mirando un posible futuro nuestro. Nos atraen porque nosotros haremos todo lo posible para no acabar como ellos. Es una especie de paradoja.

No podemos dejar de mirarlos porque nos gusta saber que no somos como ellos. Y además, a todas horas, y en nuestros móviles.

Si. Antiguamente, la televisión era nuestro punto de conexión con estos monstruos y con otras tantas cosas, pero con la llegada de las redes sociales, de internet y los smartphones, esto ha fragmentado mucho la audiencia. Ahora todos tenemos la posibilidad de conectarnos a una especie de menú en el que ver solo aquellas cosas que nos interesan. Esto crea una dinámica de identidad.

Selecciono lo que quiero ser, o lo que no.

Si. En una sociedad cada vez más individualista, tener el móvil en la mano nos da el poder de esa selección.

¿Y por qué la gente elige estos programas?

Nos atrae, en cierta medida, lo desconocido, y, sobre todo, aquellas derivas, aquellas transformaciones, aquellas alteraciones de nuestro propio ser. Es como mirarnos en una especie de espejo cóncavo, como aquellas famosas atracciones de las ferias antiguas, donde nos veíamos y nos reíamos de nosotros mismos con las deformaciones que provocaban.

Nos veíamos a nosotros mismos, pero deformados.

Si. Sabíamos que no éramos nosotros y pensábamos que nunca íbamos a ser así. pero que podríamos ser, que estaba esa posibilidad.

¿Sirven estos contenidos para amplificar actitudes tránsfobas, machistas, racistas o vejatorias contra los discapacitados?

Claro. Alguien puede pensar que tienen un cierto privilegio por tener voz ante grandes audiencias y ganar dinero. Pero el efecto es justo el contrario. Acaban aumentando el estigma sobre estas personas y provocan que se expanda esa estigmatización a personas con las mismas circunstancias, pero que no salen en los medios o de las redes. Deja claro que es posible vejar e insultar a personas que no son como nosotros. A los considerados "monstruos" que decía antes.

Y ese efecto se expande a quienes no consideramos "normales"

Eso es. No hablo solamente de personas que tienen algún tipo de discapacidad o una condición sexual distinta a lo habitual. Da via libre a ir contra los que no manifiestan una normalidad en el sentido matemático, que representa a una mayor cantidad de gente en la población de un determinado territorio. Estamos viendo ahora cómo se critica desde ciertas opciones políticas la preocupación por el medio ambiente, la diversidad sexual, las políticas feministas, y todo lo que sea que la sociedad sea más inclusiva. Determinados ambitos lo califican de woke y lo estigmatizan.

¿Y que hay que hacer?

El riesgo es muy claro y creo que, alguna manera, alguien debería tomar cartas en el asunto. En este país tenemos leyes para respetarnos y convivir con la diversidad.

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación...