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"Para la mayoría de los gallegos va a ser un descubrimiento": Javier Gutiérrez presenta 'Rondallas', una historia de duelo, música y pertenencia

El actor y Daniel Sánchez Arévalo presentan la película, ambientada en la costa gallega, en 'La Ventana'

"Esta película es un grito y es un abrazo": Javier Gutiérrez estrena 'Rondallas'

"Esta película es un grito y es un abrazo": Javier Gutiérrez estrena 'Rondallas'

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Madrid

Daniel Sánchez Arévalo y Javier Gutiérrez presentan Rondallas en La Ventana, una película que parte de una tragedia para hablar de lo colectivo como espacio de reparación. La obra se adentra en una tradición poco conocida incluso dentro de Galicia: las rondallas, agrupaciones vecinales que desempolvan gaitas, tambores y bombos para tocar música tradicional, y también contemporánea, como forma de encuentro comunitario.

La historia se sitúa en un pueblo de la costa gallega marcado por un naufragio en el que murieron siete vecinos, entre ellos el director de la rondalla. Dos años después, los habitantes vuelven a reunirse para reactivar el grupo musical y, con él, intentar sanar las heridas abiertas por la pérdida.

Javier Gutiérrez, uno de los protagonistas de la película, reconoce que incluso para muchos gallegos este universo será un descubrimiento. "En Ferrol hay tradición, pero las nuestras se parecen más a la tuna", explica. Rondallas, dice, "revela una realidad cultural poco visible y profundamente arraigada en algunas zonas, especialmente en el sur de Pontevedra".

El trabajo sobre la autenticidad ha sido una prioridad. "Hemos trabajado muchísimo el acento", subraya el actor, destacando la inmersión total del director en la tradición gallega. El objetivo era claro: que todo sonara verdadero y que nada desentonara, especialmente en una zona donde el acento es muy reconocible.

Verdad, acento y pertenencia

Para Daniel Sánchez Arévalo, director de la película, la clave estaba en entrar de lleno en ese universo. "Quería rodearme de un elenco cien por cien gallego y de un equipo técnico gallego", explica, convencido de que la verdad debía respirarse en cada capa de la película. Aunque él no percibe con facilidad los matices del acento, el equipo se volcó en afinarlo hasta el extremo. "Los actores no me temían a mí", bromea, "temían a Rosa, que era la encargada del acento".

Daniel Burgos, director de la Rondalla Gran Sol, rondalla en la que se inspira la película, confirma ese cuidado. "Javier parecía que no, pero nos hizo mucho caso", dice entre risas, reconociendo el esfuerzo del actor por integrarse en ese mundo. Burgos recuerda que al recibir la llamada del director pensó que se trataba de un error, hasta que comprendió la dimensión del proyecto. "No te lo crees hasta que la maquinaria está funcionando", admite.

Uno de los momentos decisivos para Sánchez Arévalo llegó el día en el que asistió a uno de los ensayos de la rondalla Gran Sol. Más de cien personas reunidas en un aparente desorden que, sin embargo, fluía. "Había gente allí simplemente por sentirse parte de algo", recuerda. Ese sentimiento de pertenencia intergeneracional fue el punto de inflexión creativo. A partir de ahí, tuvo claro que la película debía reflejar ese caos organizado que define a las rondallas.

Más allá del musical

Javier Gutiérrez define Rondallas como algo difícil de encasillar. "No es un documental ni un musical", afirma. "Va mucho más allá". Para él, la película habla del poder de lo colectivo, del amor y del desamor, pero también de la salud mental, especialmente entre la gente joven. El estreno en el Festival de San Sebastián fue, asegura, una de las experiencias más intensas de su carrera, con una sala entregada entre carcajadas y lágrimas.

Desde dentro de la tradición, Daniel Burgos coincide: la película reproduce con fidelidad lo que se vive durante la temporada de rondallas. "Se ha plasmado nuestro pequeño mundo y nuestra forma de comunicarnos", señala.

El conflicto como motor

Sánchez Arévalo explica que, para dar sentido a la historia, necesitaba un conflicto fuerte. "Las comedias que valen la pena parten de un conflicto dramático", sostiene. De ahí la investigación sobre naufragios de barcos pesqueros, con el objetivo de construir una tragedia creíble y respetuosa. "Quería rendir homenaje a las víctimas", concluye.

Con Rondallas, el cineasta firma una película que convierte la música y la tradición en un espacio de duelo compartido, donde el dolor individual encuentra alivio en la fuerza del grupo.

 

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