El curso de la historia nos está invitando a reflexionar sobre palabras como hipocresía y realismo

El curso de la historia nos está invitando a reflexionar sobre las ventajas y los inconvenientes de palabras como hipocresía y realismo. Cuando analizamos el panorama internacional, encontramos una exposición en crudo de intereses económicos y políticos, líderes que no tienen la más mínima obligación de guardar las formas a la hora de defender su poder. La estrategia secreta ha dado paso a la exhibición desvergonzada. Y eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Imagino una gran cena de fin de año con Trump, Putin, Netanyahu y Xi Jinping, una cena familiar. En todas las familias cuecen habas, desde luego, y siempre hubo diferencias entre hermanas, cuñados, hijos preferidos y padres injustos. Pero antes existían las sonrisas, los tribunales internacionales de justicia, los abrazos y los derechos humanos, y que te ha dicho el médico y espero que todo salga bien. La corrección ocultaba los egoísmos. Ahora se pregunta por el testamento y cada uno a lo suyo. Las cenas se convierten en una macrofiesta de comilones.

Como digo todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Ahora podemos entender todas las mentiras que se escondían en los antiguos acuerdos internacionales. Había injusticias bajo las bellas palabras. Ya no hay hipocresía. Pero tampoco respeto a ningún valor. Y eso es triste, porque antes, las mentiras demostraban que había valores humanos que merecían respetarse, aunque las bellas palabras fuesen un paripé. Buen fin de año, o un fin de año soportable.