El pigmento azul que llegó a costar más que el oro: por qué todos los artistas querían pintar con el azul ultramar
Se convirtió en un símbolo de riqueza, poder y distinción

El pigmento azul que llegó a costar más que el oro: por qué todos los artistas querían pintar con el azul ultramar
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El azul ultramar, uno de los pigmentos más valiosos que ha existido, tiene una historia fascinante que comienza con una piedra semipreciosa, el lapislázuli, que solo se encontraba en lugares remotos de Oriente, especialmente en Afganistán. Como cuenta la divulgadora científica Andrea Danta en una de las últimas entregas de Serendipias, "era uno de los pigmentos, por no decir el pigmento más caro que ha habido en la historia".
El valor del azul ultramar
El azul ultramar era mucho más que un simple pigmento; se convirtió en un símbolo de riqueza, poder y distinción. Debido a la complejidad de su obtención, que implicaba rutas comerciales peligrosas y caras desde el Oriente, este pigmento alcanzó precios tan altos que, como nos explica Andrea, "se cobraba por más dinero que el oro incluso".
Durante el Renacimiento, los artistas se volvían literalmente "locos" por poder pintar con este profundo azul. El proceso de creación de este pigmento era largo y costoso: el lapislázuli tenía que ser extraído, molido y procesado hasta convertirse en el color tan codiciado. Como señala Danta, "había muchos mecenas que compraban el lapislázuli y se lo ofrecían a los artistas para asegurarse de que usaran específicamente ese pigmento y no otro".
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"Hay por ejemplo dos obras en las que se ve súper bien el ultramar, que son la Anunciación de Fran Jerico, que además la restauraron hace unos años, y el Descendimiento de Van der Weyden, que también en el Manto de la Virgen está pintado con ese pigmento", destaca.
Andrea Danta también nos recuerda que, a pesar de la aparición de otros pigmentos más económicos, "con el paso del tiempo, estos perdían un poco el brillo, el color..." Y es que lo que hacía único al azul ultramar no solo era su precio, sino su resistencia y vibrante intensidad que lo mantenía como la opción predilecta para los detalles más valiosos de las obras.




