Rusia utiliza el supuesto ataque a la residencia de Putin para amenazar con una negociación más dura sobre el futuro de Ucrania

El Kremlin delega en el ejército ruso la decisión de publicar pruebas del presunto ataque de Ucrania contra una residencia utilizada por Vladimir Putin, pero utiliza este presunto incidente como razón para no ceder en su invasión.

El portavoz del gobierno ruso, Dimitri Peskov, ha calificado este martes de "terrorismo" ese supuesto ataque que, en su opinión "va a endurecer la posición de Rusia en las negociaciones" y que, concluye, no tenía como objetivo solo agredir al presidente ruso sino dificultar las labores de Donald Trump como mediador para un acuerdo de paz.

Amenazas que, al igual que pasó ayer, no ha acompañado de ninguna prueba sobre ese ataque que el gobierno ucraniano continúa negando. De hecho, el ministro de Exteriores ha recordado que "ha pasado un día y Rusia sigue sin ofrecer ninguna prueba de sus acusaciones. Y seguirá sin hacerlo porque no hay ninguna, no hubo ningún ataque".

En las últimas horas, Rusia ha intensificado sus operaciones militares en la región de Zaporiyia intentando así seguir empujando la línea del frente hacia el oeste de cara a una futura negociación sobre territorio ocupado con el gobierno ucraniano.

El último misil ruso, desplegado en Bielorrusia

En paralelo a estas acusaciones desde Moscú, este martes se ha confirmado el despliegue del misil hipersónico con capacidad nuclear "Oreshnik" en territorio bielorruso. Vladimir Putin había anunciado ya su entrada en servicio en el ejército ruso antes de final de año a lo que se suma este despliegue aún más cerca de los países de la OTAN.

Este proyectil tiene un alcance potencial de 5000 kilómetros y ha sido utilizado ya en ataques puntuales sobre Ucrania por parte del ejército ruso. El gobierno de Bielorrusia ha confirmado además que se han desplegado nuevas patrullas militares en zonas cercanas a las fronteras occidentales.