Revelan al fin los trucos de la salsa para la pasta que solo conocen los italianos más ancianos
La pasta es uno de los platos más consumidos en todo el mundo

Un plato de pasta con tomate. / kivoart

La pasta es uno de los platos más queridos en todo el mundo, y la salsa que la acompaña juega un papel crucial en su sabor y textura. Los italianos, con su rica tradición gastronómica, han desarrollado técnicas y secretos para lograr la salsa perfecta. Estas técnicas no solo mejoran el sabor, sino que también facilitan la digestión, evitando la sensación de pesadez en el estómago.
Uno de los secretos más importantes para que la salsa ligue correctamente es el uso del agua de cocción de la pasta. Esta agua contiene almidón, lo que ayuda a unir la salsa y le da una textura más rica. Los italianos añaden un poco de esta agua a la salsa durante la cocción, logrando así una salsa más homogénea y ligada.
Otro elemento clave es el aceite de oliva virgen extra. El aceite de oliva no solo mejora el sabor de la salsa, sino que también ayuda en la digestión. Los italianos añaden el aceite de oliva al final de la cocción, sobre la pasta, para intensificar los sabores y hacer la salsa más suave.
Para lograr el equilibrio adecuado en la acidez de la salsa de tomate, los italianos utilizan vinagre balsámico o jugo de limón. Estos ingredientes ayudan a reducir la acidez y prevenir la acidez estomacal, haciendo la salsa más fácil de digerir. Además, el uso de hierbas frescas como albahaca y orégano añade sabor y tiene propiedades antiinflamatorias, que ayudan en la digestión.
Un antiguo truco italiano para reducir la acidez de la salsa de tomate es la adición de zanahoria rallada. La zanahoria endulza naturalmente la salsa, sin necesidad de añadir azúcar, y facilita la digestión. Además, los italianos sofríen las cebollas y el ajo a fuego lento hasta que estén suaves y dulces, reduciendo así la acidez y ofreciendo un sabor más delicado.
Para lograr la textura perfecta en la salsa, los italianos añaden un pequeño cubo de mantequilla al final de la cocción. La mantequilla aporta un sabor rico y una textura más suave, ayudando a homogeneizar los ingredientes.




