Una psicóloga advierte sobre los 'padres cortacésped': puede provocar ansiedad en los niños

La crianza de los hijos es un tema complejo y multifacético que ha evolucionado a lo largo de los años. Entre los diversos estilos de crianza, uno que ha ganado notoriedad es el de los "padres cortacésped". Este método de crianza, aunque bien intencionado, puede tener efectos perjudiciales en el desarrollo emocional y psicológico de los niños. Este artículo explora qué implica ser un "padres cortacésped", sus posibles consecuencias y cómo puede afectar a los niños a largo plazo.

El término "padres cortacésped" se refiere a aquellos padres que eliminan cualquier obstáculo o dificultad en la vida de sus hijos, actuando como un cortacésped que limpia el camino para que sus hijos no enfrenten problemas. Estos padres intervienen rápidamente ante cualquier señal de conflicto o desafío, con el objetivo de proteger a sus hijos de experiencias negativas. Aunque esta actitud puede parecer protectora y cariñosa, puede impedir que los niños desarrollen habilidades esenciales para enfrentar la adversidad.

La psicóloga y pedagoga Jenny Grant Rankin advierte que este estilo de crianza puede ser perjudicial para los niños, ya que les priva de la oportunidad de aprender a manejar problemas por sí mismos. Los niños criados por "padres cortacésped" pueden desarrollar una dependencia excesiva de sus padres y una falta de confianza en sus propias capacidades. Esto puede llevar a problemas de ansiedad y miedo al fracaso, ya que no han aprendido a enfrentar y superar desafíos por sí mismos.

Uno de los efectos más preocupantes de este tipo de crianza es la posibilidad de que los niños desarrollen ansiedad y miedo al fracaso. Al no experimentar fracasos y dificultades, los niños no aprenden a manejar la frustración y el estrés. Esto puede resultar en una baja tolerancia a la adversidad y una tendencia a evitar situaciones que puedan resultar en fracaso. La falta de experiencia en la gestión de problemas puede llevar a una mayor vulnerabilidad a la ansiedad y a trastornos depresivos en la edad adulta.

Los efectos pueden extenderse hasta la vida adulta. Los niños que han sido protegidos excesivamente pueden tener dificultades para adaptarse a entornos laborales y sociales donde se espera que manejen problemas de manera independiente. La psicóloga Rankin señala que estos individuos pueden tener problemas para asumir responsabilidades y pueden tender a culpar a otros por sus dificultades. Además, la falta de habilidades para enfrentar la adversidad puede limitar su capacidad para alcanzar el éxito en sus carreras y relaciones personales.