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Las 9 experiencias durante la infancia que explican por qué algunas personas apenas tienen relación con sus hermanos

Las relaciones entre hermanos y hermanas son una parte fundamental de la dinámica familiar

Hermanos. / Laura Jódar

Hermanos.

Las relaciones entre hermanos y hermanas son una parte fundamental de la dinámica familiar y pueden tener un impacto significativo en el desarrollo emocional y social de una persona. Sin embargo, no todas las relaciones fraternales son cercanas o positivas. Algunas personas crecen sin prácticamente ninguna relación con sus hermanos o hermanas, y esta distancia puede estar influenciada por experiencias específicas vividas durante la infancia. Existen 9 experiencias durante la infancia que explican por qué algunas personas apenas tienen relación con sus hermanos.

Una infancia marcada por la competición

Algunas relaciones entre hermanos permanecen distantes porque se han construido sobre la competencia en lugar de la conexión.

Cuando los niños son constantemente comparados, ya sea en términos de logros académicos, deportivos o personales, esto puede generar resentimiento en lugar de fortalecer los lazos. Con el tiempo, estas comparaciones pueden llevar a los hermanos a verse como rivales en lugar de aliados.

Expectativa de madurez desde la infancia

A medida que crecen, algunos niños escuchan con frecuencia frases como: "Muéstrate más contenido" o "sé el adulto en la situación" cuando discuten con sus hermanos.

En el momento, esto puede parecer normal. Pero con el tiempo, se vuelve una carga. Cuando un niño siente que sus emociones no son tomadas en cuenta, puede empezar a distanciarse y dejar de intentar crear vínculos.

Ser constantemente responsable del buen funcionamiento de la relación puede resultar agotador. Después de años de esta dinámica, es fácil que la comunicación se apague de manera natural.

Una lucha por atraer la atención de los padres

En algunas familias, los hermanos se ven obligados a competir por captar la atención de sus padres. Cuando los padres están abrumados por el trabajo, el estrés o la gestión de varios hijos, el amor y el reconocimiento pueden convertirse en recursos limitados. Como resultado, los niños comienzan a percibirse como rivales en lugar de compañeros.

Personalidades opuestas

Algunos hermanos se llevan bien de manera natural, mientras que otros parecen completamente incompatibles desde la infancia.

Cuando sus temperamentos son opuestos, se vuelve más difícil construir un vínculo sólido. Si estas diferencias no se valoran, pueden convertirse en un obstáculo para la comunicación.

Una infancia marcada por los conflictos familiares

Crecer en un hogar tenso o caótico suele complicar las relaciones entre hermanos. Cuando las disputas parentales son frecuentes o los dramas familiares persisten, los niños entran en modo supervivencia. Se enfocan más en manejar el estrés que en desarrollar vínculos sólidos.

No abrirse emocionalmente

En algunas familias, se evitan las conversaciones profundas y emocionales. Los sentimientos se minimizan, los conflictos se esquivan y la vulnerabilidad se percibe como una debilidad.

En este tipo de entorno, los hermanos pueden compartir momentos agradables, pero cuando se trata de emociones más complejas, como el miedo, la tristeza o la inseguridad, las guardan para sí mismos.

Sin una base emocional sólida, es difícil mantener una relación duradera. No es un conflicto lo que los aleja, sino la ausencia de un verdadero vínculo desde el principio.

La sensación de haber vivido vidas separadas

Aunque crezcan bajo el mismo techo, algunos hermanos viven en mundos completamente diferentes. Crecieron como dos extraños, acostumbrados a no formar parte de la vida del otro.

Cuando esta brecha se abre desde la infancia, es difícil cerrarla en la adultez, ya que nunca hubo una conexión real que mantener.

Falta de apoyo mutuo

En algunas familias, los niños aprenden a apoyarse mutuamente. En otras, este apoyo no es una prioridad. Quizás los padres siempre han resuelto sus disputas por ellos, impidiendo que los hermanos aprendan a manejar sus desacuerdos. Tal vez se les ha impulsado a ser independientes desde muy temprano, o se les ha repetido que deben "arreglárselas solos".

Sin este aprendizaje del apoyo mutuo, es natural crecer con la sensación de estar solo frente a las dificultades. Una vez adultos, estos hermanos ni siquiera pensarán en recurrir al otro en caso de necesidad.

La ausencia de un sentimiento de seguridad

En la base de una relación fraternal sólida, hay algo muy importante: la confianza. Sin embargo, no todos los hermanos crecen con este sentimiento de seguridad emocional. Algunos se burlan de manera hiriente, otros traicionan la confianza, a veces con pequeños gestos que dejan una huella duradera.

En otros casos, no se trata de un solo incidente, sino de una acumulación de momentos en los que nunca se sintieron comprendidos o aceptados.

Sin esta base de confianza, una relación verdadera nunca puede desarrollarse. Y sin una relación real, la distancia se instala naturalmente con el tiempo.

 

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