La ciencia le regala una segunda vida y escoge Gran Canaria como destino para celebrar su recuperación
Una enfermedad terminal y una segunda oportunidad gracias a la ciencia
Imagen de archivo sobre la recuperación del cáncer / Alvaro Medina Jurado
Corría julio de 2017 cuando Franz, un policía retirado de la cuenca del Ruhr (Alemania), hacía una visita al traumatólogo por un malestar que su médico de familia había determinado como un dolor de espalda debido al desgaste, sin embargo, el especialista dudaba de este diagnóstico y decide hacerle unas pruebas de radiografía y resonancia magnética. El problema era mucho más serio de lo que le habían indicado en un primer momento. Cáncer de pulmón con metástasis. ¿La previsión? Incurable.
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Franz tenía 64 años y se enfrentaba a lo que definió como "mi sentencia de muerte", describe Kölner Stadt-Anzeiger, y su único pensamiento era que ojalá pudiera vivir al menos tres años más. Pero en pleno 2025, este hombre aún acude al Hospital Universitario de Colonia junto a Elke, "la mujer de mi vida" como la llama él, gracias a "la pastilla de la marcha erguida", así bautizada por el propio ex agente. Se trata del fármaco 'Nuvalent', por la cual manifiesta sentirse en forma, habiendo recuperado 10 kilos de peso en un par de meses. Y todo le llegó a última hora.
Después de tres terapias farmacológicas y dos quimioterapias, en 2024 parecía que todo se terminaba, apenas podía moverse, la metástasis en los huesos reaparecía y no podían combatir la infección de hígado. La pareja se resignaba, hacía balance de lo que habían vivido y se preparaban para la difícil despedida, pero una terapia aparecida desde Estados Unidos y un estudio realizado en el Hospital Universitario de Colonia les dio esperanza, aunque iban a contrarreloj. "Cuando se cubran todas las plazas, el estudio se cerrará, a nivel mundial", le advirtió la doctora Lea Ruge. Pero ocurrió.
El 5 de febrero, Franz recibió su credencial y "estaba bailando por dentro". No sabían si el nuevo fármaco funcionaría, pero como manifiesta Elke, "nos dieron tiempo". La cosa marcha bien, dice Ruge, que se muestra satisfecha por cómo la masa tumoral se ha reducido aproximadamente en un tercio desde que comenzara el tratamiento, actuando como inhibidor de la tirosina quinasa (TKI por sus siglas en inglés). Según explican en el citado medio alemán, las células de Franz contienen receptores degenerados que desencadenan continuamente un mayor crecimiento, pero la especialista explica que "el fármaco se acopla a estos receptores y les impide transmitir sus señales de crecimiento".
"El mayor avance contra el cáncer de pulmón en tres décadas"
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Los tumores modifican su ADN para sortear los efectos de los tratamientos y poder seguir desarrollándose, por lo que no hay que bajar la guardia. Por suerte, la medicina sigue con su paso firme para contrarrestar estas mutaciones. "Me alegra saber que la ciencia todavía tiene un plan B en marcha al que puedo sumarme", decía Franz con esperanza sobre el hecho de que los investigadores sigan con su arduo trabajo de desarrollo en la investigación contra el cáncer, lo que le da a los pacientes una segunda oportunidad para aprovechar el tiempo lo máximo posible, como hace el protagonista de esta historia.
Momentos de paz y Gran Canaria
A sus actuales 72 años, disfruta cada momento con su nieto de seis, saca su guitarra para tocar las melodías que le entusiasman y ya ha organizado escapadas y sueños por cumplir con Elke el tiempo que les queda juntos. Un viaje en business a Republica Dominicana o paseos a grandes velocidades con coches, de los que Franz es amante, son algunas de las cosas que ya ha tachado de su lista por hacer, donde tiene un hueco especial para un lugar español.
Desde hace semanas, Franz y Elke han tomado la costumbre de tomar como destino un vuelo dirección Gran Canaria, donde pasan momentos que quieren guardar en su retina durante su recuperación. Gracias a la nueva medicación, puede disfrutar de las mieles de este emplazamiento cuando antes no podía ni subir un tramo de escaleras por cuenta propia. Cuando todo comenzó, pensaba en el final, en algo que veía como un abismo.
"En algún momento todos estaremos allí parados y caeremos uno tras otro", así es como se lo imaginaba Franz tras esas pruebas realizadas por el traumatólogo hace ocho años, pero aunque sabe que el cáncer le ha robado un pedazo importante de su futuro, manifiesta que "el presente, después de todo, todavía nos pertenece".
