Un estudio apunta a la diferencia en los ojos que pocos se han fijado entre ciertos animales y los humanos
Publicado hace un tiempo, recoge las diferencias en función de las actividades de cada uno
Ojo al detalle / Katiuscia Noseda
"Nuestros ojos están diseñados para una vida paleolítica: vida en exterior, visión lejana y ejercicio intenso. La realidad actual es bien distinta y buena parte de la población lleva una vida sedentaria con un excesivo uso de pantallas, fijando la vista en un ordenador durante 8 horas o más", decía en 2022 Ana Camacho, directora de la Clínica Miranza, en 'Hoy por Hoy Campo de Gibraltar' de Radio Algeciras. Y es que, la evidencia nos muestra que los ojos tienen su forma y funciones según el desarrollo.
La forma de las pupilas de los seres vivos del planeta no es para nada aleatoria, atendiendo a las necesidades que han ido generando las especies con el paso del tiempo y la selección natural, con la capacidad adaptativa a los entornos de cada una. De esta forma, podemos encontrar pupilas horizontales o rectangulares y verticales según en qué ser nos fijemos, teniendo cada una de ellas ciertas ventajas ópticas diferentes que se aprovechan para las actividades de cada especimen.
Así lo contaba un estudio publicado en la revista Science hace unos años, el cual tenía por título '¿Por qué los ojos de los animales tienen pupilas de diferentes formas?', donde se hace un análisis de cada una de las presentes en la naturaleza, sugiriendo que la esta variedad en especies no relacionadas lleva a la conclusión de pensar que fueron evolucionando de manera independiente en varias ocasiones por la vivencia de experiencias selectivas parecidas. Y es que hay formas que las encontramos en seres muy dispares en su anatomía, aunque pueden tener ciertas similitudes en cuanto a ciertas actividades.
Pupilas horizontales
Este tipo suele estar presente en animales que tienen los ojos posicionados lateralmente en la cabeza, como caballos, cabras u ovejas. La forma rectangular de sus pupilas ofrece ventajas ópticas considerables para su estilo de vida, como una mejor visión panorámica que maximiza el rango horizontal y un amplio campo de visión monocular, siendo primordial para los que suelen ser presas, pues con ello pueden ser capaces de detectar depredadores que se acercan desde varias direcciones, como explican en la web Geopop, que recogió la investigación.
Ojo de cabra / Igor Krasilov
Pupilas verticales
Si has visto Jurassic Park, seguro que tienes en mente aquella imagen del ojo amarillo de un dinosaurio y su pupila en forma de rendija que se va abriendo y cerrando, pues esas son las de esta tipología, que podemos encontrar en animales como cocodrilos, zorros o gatos, vamos, en aquellos conocidos como depredadores de emboscada, ya que estas le dan una serie de ventajas de cara a poder cazar de manera óptima en situaciones de poca luz y de largas distancias. En Geopop hacen un resumen de tres beneficios primordiales que recoge del estudio:
- Estimación de la distancia. Crean una profundidad de campo astigmática que ayuda a los depredadores de emboscada a estimar con precisión la distancia a la presa, optimizando la visión de los contornos verticales para así ayudar a la identificación y localización precisas de las presas.
- Visión en condiciones de iluminación variables. Ofrecen un gran rango de control sobre la iluminación de la retina, por lo que pueden actuar con mucha o poca luz.
- Uso complementario de la disparidad y el desenfoque. Aquellos depredadores considerados frontales, por su actuación a la hora de cazar, utilizan la visión binocular junto con el desenfoque, y con este tipo de pupilas pueden estimar con precisión la distancia a la presa.
Ojo de cococdrilo / Digital Vision.
Pupilas circulares
Esta la encontramos en los seres humanos, pero también en infinidad de animales. Suelen estar asociadas a aquellas especies que suelen hacer vida más bien diurna porque permiten una mejor visión general efectiva, y como durante sus actividades hay iluminación suficiente, la regulación de la luz por parte de la pupila no es tan diferencial como para otras especies, y es que su rango de ajuste es menor que, por ejemplo, el de las verticales. Dan un campo de visión necesaria para favorecer el rastreo de presas en entornos brillantes y altamente iluminados.
Ojo de perro y humano / Eva Blanco